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La Gloria de Dios

por T. Austin-Sparks

Capítulo 2 - Gloria Sólo en la Novedad de la Vida de Resurrección

Lectura: Juan 11

Regresamos de nuevo al capítulo 11 del Evangelio de Juan, y les recuerdo que este capítulo representa la culminación de la vida, la enseñanza y la obra del Señor Jesús en los días de Su carne. Esto es bastante evidente, pues tú puedes observar que en el versículo 47 dice: "Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos?" El resto del capítulo muestra que este fue el último de una serie de tales consejos, y fue en este último consejo que ellos decidieron definitiva y finalmente que este Hombre debía morir. Así que aquí tenemos lo que señala la culminación de Su vida y obra en aquel tiempo. La finalidad no es por el acto allí narrado, sino que es la plenitud del propio objetivo para el cual Él vino, y, más que eso, es la plenitud de los consejos Divinos.

Detrás de este capítulo hay dos cosas. Ahí están los eternos consejos de Dios llegando a su conclusión en Su Hijo en aquella hora, y al mismo tiempo están los consejos en contra de Dios, que están buscando llevar a ese Hijo a un fin, para destruirlo. Los consejos divinos están resumidos en el contexto de este capítulo. No cabe duda de que vosotros lo hayáis leído muchas veces, y tal vez penséis que lo conocéis. Si se os preguntara respecto de lo que trata el capítulo 11 de Juan, la mayoría de vosotros diría: “Bueno, por supuesto, es el capítulo sobre la resurrección de Lázaro de entre los muertos”, y quizás eso es solo lo que tendríais que decir al respecto. Al decir esto (perdonadme si esto suena un poco crítico sobre vuestra comprensión), vosotros mostráis cómo realmente habéis perdido el camino. Por supuesto, todos hemos dicho esto en tiempo pasado, todos hemos tenido ese concepto en el pasado; sin embargo, en la medida en que hemos proseguido, hemos llegado a ver algo más, y es que este capítulo contiene todas las características y factores principales de los caminos de Dios para la gloria. ¿Has comprendido esto? El fin de todos los caminos y de las obras de Dios es la gloria, Su propia gloria. A veces parece un camino tortuoso, como estas hermanas de Lázaro sintieron esto mientras duraba toda aquella tragedia. A veces parece ser todo, menos gloria, y tú muy bien podrías decidir, como tal vez estas hermanas decidieron en un momento determinado, que el fin no es la gloria. Tú podrías sentir que todo este dolor, toda esta angustia, toda esta desilusión y desesperación no podían conducir a la gloria; sin embargo, desde el punto de vista de Dios, ese es el camino de la gloria, y es para la gloria.

Permíteme repetir: Cuando Dios toma algo en Sus manos –y tú realmente debes echar mano de esto–, el fin va a ser Su gloria. No es necesario que cometas ningún error en absoluto en cuanto a esto. El fin de todos los caminos de Dios es Su gloria. Lee tu Biblia a la luz de esto, y tendrás toda la Biblia en un solo capítulo, el capítulo 11 de Juan.

FACTORES EN LOS CAMINOS DE DIOS PARA LA GLORIA

Ya he dicho que este capítulo contiene las principales características y factores en los caminos de Dios para la gloria. ¿Cuáles son algunos de estos factores principales?

Una característica muy grande es la encarnación del Hijo de Dios; el Hijo de Dios asumiendo la carne; Dios manifestado en carne. ¿No es este un gran factor? El propósito en sí y el objetivo de la encarnación de Dios, al asumir la carne, es encontrado en este capítulo. Sostente en esto por un tiempo.

Luego encontramos el método de Dios en la redención. La redención es un factor importante, ¿no? Nadie discute eso. En los eternos consejos de Dios, la redención es un factor importante; y el método de la redención es la sustancia de este capítulo 11 de Juan.

Otra cosa –y estoy seguro de que, si bien tú estarás de acuerdo con los otros dos factores, si realmente conoces algo sobre los caminos de Dios, también estarás de acuerdo con esto–, los caminos de Dios son muy extraños, y están más allá de la explicación y la comprensión humana. Mientras que Dios esté en el proceso de avanzar hacia su fin, es muy difícil seguirle.

El apóstol Pablo, que conocía mucho sobre el Señor, en torno a su propia experiencia, dijo: "más allá de nuestras fuerzas" (2 Corintios 1:8), o, según aparece en otra traducción: "más allá de nuestra medida". El Señor siempre está un poco por delante de nosotros; más adelantado. No serviría de nada para nosotros el ser igual a Él, ¿verdad? Pronto iríamos a tomar el lugar del Señor. Si estuviésemos al mismo nivel con el Señor, toda nuestra dependencia de Él muy pronto cesaría. De modo que el Señor avanza delante de nosotros, más allá de nuestra medida, y nos saca de nuestra profundidad con el fin de ampliar nuestra capacidad. Nosotros nunca creceríamos, si esto no fuera cierto.

La forma más sencilla en la que el Evangelio de Juan ilustra esto, está en el capítulo 10:4: "Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas". Bueno, por supuesto, puede que tú a veces hayas tomado esto como una declaración reconfortante; sin embargo, hay profundidad en todas las cláusulas de la Palabra Divina, y este Evangelio, en particular, revela esto. "Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas". Él siempre está a la cabeza de ellos, y ellos siempre están un poco detrás de Él. En cierto sentido, Él es demasiado para ellos. Ellos tienen que moverse hacia adelante, y aun continuar moviéndose, si quieren llegar hasta donde está el Señor; y cuando llegan allí, descubren que Él se ha adelantado de nuevo. Ellos tienen que mantenerse andando, mantenerse corriendo, funcionando todo el tiempo.

El apóstol Pablo explica esto cuando justo al final de su vida plena, expresa: "A fin de conocerle (a Cristo)" (Filipenses 3:10). "No que lo haya alcanzado ya”. “El Señor todavía está más allá de mí". El misterio de los caminos de Dios, esa extrañeza que llamamos "la Providencia", es un factor importante de los caminos de Dios, y eso también está en este capítulo.

Otra cosa, que no es de ninguna manera una cosa pequeña, es la visión de futuro de Dios. ¡Cuán más allá de nuestra visión está Él! Introduzcámonos en este capítulo, cuánto el Señor Jesús estaba más allá de la visión de estas hermanas y de Sus discípulos. Ellos simplemente no podían ver más allá de lo que estaba sucediendo y de esa experiencia presente. Lo que estaba inmediatamente delante de sus ojos, ese era su horizonte. Pero Dios, en Cristo, se estaba moviendo aquí en el principio de visión de futuro, más allá de aquel incidente, más allá de lo presente. Sin embargo, esto era grande para ellos; Jesús estaba mucho más allá. Su horizonte estaba mucho más allá del alcance de aquel evento, y él estaba actuando en consecuencia. La visión de futuro (presciencia) de Dios no es un factor menor en los caminos, las obras y los tratos del Señor, y está todo aquí, en este capítulo único.

¡Cuán insondables son los caminos y las obras de Dios!

EL SEÑOR EN EL CONTROL

Ahora, habiendo dicho esto, permítanme dar un paso atrás por un momento, a fin de recordar aquí algo que tenemos que conseguir. Créeme, querido amigo, cuando yo digo esto, no se trata sólo de la ENSEÑANZA del Evangelio de Juan en uno o en todos los capítulos con los que me he relacionado. Esto tiene que venir directamente en nuestra propia historia. Tiene que ser sacado de la Biblia, de la historia de Jesús durante Su tiempo en esta tierra, y colocado exactamente en nuestra historia, y nunca llegaremos a ninguna parte a menos que esto sea cierto. Esto es verdad aplicada, y no la verdad teórica que está aquí.

Así que permítanme decir lo siguiente. Aquello que viene a nosotros mientras calmada y atentamente discurrimos en este capítulo, es que el Señor Jesús tiene la situación en Sus manos. Permítanme exponerlo en otra forma. Si este es el Dios encarnado, entonces es Dios con quien estamos tratando aquí. Cuando se llega a este capítulo se puede ver cómo el Señor Jesús lo tiene todo en Sus manos, y Él no deja que nada se le salga de Sus manos a lo largo de todo el camino.

Mira los diferentes aspectos. Él dijo que quería volver a Judea. Los discípulos reaccionaron inmediatamente: "Maestro, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?” “¡Tú no debes volver allí!" Puedes observar el movimiento a fin de sacar las cosas de Sus manos, para gobernar Sus movimientos, Sus juicios y Sus decisiones, sino que Él no lo permite. Él ha tomado este asunto en sus manos, y, con discípulos o sin discípulos, Él está avanzando. Hay algo en lo que Él está al frente, y en lo que Él está a cargo. Los mensajeros fueron enviados a Él a fin de informarle acerca de Lázaro, cuando Él estaba en otro lugar distante, y sin duda alguna, el mensaje significaba lo siguiente, aunque no esté registrado: "Lázaro se está muriendo. ¡Ven, por favor! ¡Ven rápido! ¡Ven lo más rápido como puedas!"

Las amadas hermanas de Lázaro habrían dicho eso; sin embargo, hacer lo que ellas deseaban habría sacado el asunto directamente de Sus manos, y habría gobernado los juicios del Señor, controlado Sus sentimientos, regido Sus movimientos, y eso habría establecido un tiempo que Él no había establecido; y esa situación habría tomado ventaja. No, Jesús permaneció donde estaba. Él tenía la situación bajo control, y no iba a dejarla salir de Sus manos, aunque la petición saliera de aquellos a quienes Él amaba. Está declarado que fue de esta manera. La situación era tal que podía apelar a cualquier corazón solidario; sin embargo, esto no iría a decidir este negocio. El asunto estaba en Sus manos, y Él decidiría el terreno sobre el cual trabajaría, el momento en el que trabajaría, y Él decidiría cuándo se iba a mover, y nada cambiaría Su decisión.

Los judíos, por supuesto, siempre dispuestos a criticarlo y desacreditarlo, y colocarlo en una mala situación, dijeron: "No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?" Todas estas fuerzas estaban en acción, en todos los ámbitos, desde el centro a la circunferencia de Sus relaciones, a fin lograr ponerlo bajo control, pero Él no cedió. Él tenía esta cuestión en Sus manos, y esto es una cosa muy importante. ¿Por qué? Él declaró lo siguiente: «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios». Esta enfermedad no va a terminar en la muerte, absolutamente, sino que es para la gloria de Dios. ¿Y entonces qué? "Y me alegro por vosotros, de no haber estado allí".

¡Oh!, ¿qué habrías hecho tú al respecto? Ponte tú en la posición de estas hermanas, con su único y amado hermano al borde de la muerte, en las garras de esta enfermedad, aparentemente fatal. Sus corazones se retorcían por causa de la angustia y ansiedad; ellas se quebrantaban, y sus discípulos habían visto que Él tenía conocimiento de esto, y ésta fue su actitud: "Me alegro por vosotros, de no haber estado allí".

Bueno, como lo puedes ver, el Señor se ha apoderado de esta situación, y se ocupa del asunto. Estamos lidiando con Dios. Él está a cargo, y Él está trabajando para un determinado objetivo. Tú no puedes hacerte cargo de eso, y tú no puedes asumir el control, y obligarlo a que Él haga lo que tú quieras que haga. Él va a alcanzar Su objetivo, y esto puede ser un camino muy difícil para nuestra carne y nuestra naturaleza; pero Él va a llegar allí, porque Él es el responsable.

LA LEY DE LA AFLICCIÓN

A veces cantamos, un poco superficialmente, y sin mirar nuestras palabras muy cuidadosamente: "¡Cómo deseo subir a las máximas alturas!"

Me pregunto si percibimos, a medida que cantamos, que las alturas máximas sólo se alcanzan a través de las mayores profundidades. Tú y yo, querido amigo, jamás llegaremos a alcanzar el propósito de Dios, excepto a lo largo del camino donde seamos quebrantados. Esto es lo que dice este capítulo. A pesar de que estemos enteros, sólidos, bien conformados, y seguros de nosotros mismos, jamás llegaremos a alcanzar el objetivo de Dios.

Como lo puedes ver, Dios, justo al comienzo de la Biblia y de la historia humana, plantó algo en la experiencia humana que se convirtió en la LEY de todo el verdadero conocimiento de Dios a partir de ese momento. El gran asunto en el jardín del Edén era el conocimiento del bien y del mal. El hombre hizo una oferta por ese conocimiento, bajo la instigación y la inspiración del diablo, y Dios apareció ante esta declinación, de aquel rompimiento, y estableció una ley por medio de la cual Él dijo: “Vosotros jamás tendréis verdadero conocimiento, salvo por esta ley. Todo lo que venga a ser verdadero y real en el futuro, no podrá ser adquirido con tanta facilidad como vosotros imagináis”.

La ley de la aflicción fue sembrada en el corazón de la vida humana. La aflicción fue introducida como una ley para el futuro, y tú y yo sabemos muy bien que el verdadero amor sólo brota de la aflicción. Dicho de otro modo: Jamás valoramos lo que no nos ha costado nada. Podemos dejarlo ir muy fácilmente (o vender algo muy barato) si no hemos pagado ningún precio por ello; pero si hemos pagado un precio, si ha sido costoso, si ha significado algo para nosotros mediante un verdadero sufrimiento, o dolor, o una gran prueba, eso es infinitamente más valioso para nosotros, y no lo dejamos escapar fácilmente.

De modo que Dios entró justo en ese punto y puso esta ley de la aflicción en la vida humana y en la historia humana, y dijo: «Vosotros habéis intentado obtener todo de una manera muy fácil, pero no conseguisteis nada que valga la pena tener en el futuro sin costo". Y a partir de ese punto, observa todo a través de la Biblia, hasta llegar a la aflicción de Su alma, la aflicción en el Jardín de Getsemaní, la aflicción en la Cruz, de la que Isaías había dicho: "Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho" (Isaías 53:11); pues en la aflicción está la preciosidad. Es la ley, como lo puedes ver, que sin costo no hay cómo alcanzar al corazón de Dios y obtener un conocimiento verdadero.

Pedro aprendió esto de una manera profunda. Él intentó obtener cosas fácilmente. "Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías" (Mateo 17:4); y supongo, aunque no lo dijo, que quería decir: "Nosotros también tendremos algunas enramadas. Nos quedaremos aquí”. Pedro era así, pero entonces entra en un profundo camino de devastación a través de la Cruz del Señor Jesús, y años después escribió: "Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso" (1 Pedro 2:7).

La última imagen de la Iglesia es la de la ciudad, y sus puertas son de perlas, que es el símbolo de la agonía, de la sangre, de lágrimas. Es de esta manera que la perla es producida. La perla es costosa y muy valiosa, y eso es por causa de los altos costos.

He dicho anteriormente que este es un capítulo completo, ¿no? Vamos a volver a este contexto. Aquí están estas queridas hermanas, y cómo son bautizadas en la pasión, en la agonía de la Cruz, y cómo ellas tuvieron que experimentar, conocer y degustar el sabor de la muerte, a fin de poder conocer la preciosidad de la vida de resurrección. No hay otra manera de llegar allí.

"Me alegro por vosotros, de no haber estado allí". Jesús había previsto, ya lo había visto, aunque estaba corriendo el riesgo de ser incomprendido –pues todos, hermanas de Lázaro y todos, lo malentendían y eran incapaces de comprenderlo–, que Él debía asumir el riesgo. Él veía más allá; Él veía hacia el final. Y ¿qué es lo final? "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?"

El final de todos los caminos de Dios es la gloria. ¡Cuán rico y cuán pleno es todo esto! Estamos en la presencia de Dios, y cuando estamos allí, estamos en la presencia de la más profunda realidad. ¡Oh, que podamos tener gracia cuando el Señor nos tenga en Sus manos y se ocupe de nosotros, no para retirarnos de Su mano, sino para que permanezcamos allí hasta la gloria inevitable!

LA BATALLA DEL COMPROMISO

Estoy muy vacilante, queridos amigos, justo en cuanto a agregar palabras a las palabras. Me quiero asegurar de que lo que estoy diciendo sea más profundo en vuestras vidas, que más allá de meras teorías y doctrinas cristianas en vuestras cabezas, esto profundice en vuestros corazones.

En primer lugar, como hemos dicho la última vez, tiene que ser una base de absoluta entrega al Señor. Ahora, por supuesto, supongo que hay algunos de vosotros, si hubiere alguno, que no dirían que han rendido sus vidas al Señor, y tal vez tú digas que estás completamente entregado al Señor. Pero tú no sabes lo que estás diciendo. Lamento decirte esto, pero esta rendición sólo es fruto de una experiencia muy larga. Nosotros jamás llegaremos más allá del punto donde no haya más batalla para quedar perfectamente ajustados al propósito del Señor. No importa cuánto tiempo vivamos aquí. Si tú estás caminando con el Señor, habrá, hasta el final, ocasiones en las que encontrarás que no es fácil aceptar alguna nueva revelación del propósito de Dios para ti.

De hecho, tú tendrás una nueva batalla cada vez que debas enfrentar este asunto, y esto es a lo que me refería cuando dije: “¡Tú no sabes lo que estás hablando!" Eso no es, por supuesto, para desanimar o apocar cualquier consagración que tú hayas hecho, pero tiene que haber un un compromiso básico, inicial y fundamental, cuando decimos: «Ahora, Señor, yo no sé todo lo que esto va a significar, o cómo va a funcionar, o lo que va a costar, pero me pongo en tus manos. Soy tuyo. Estoy comprometido. Tú eres mi Maestro, y yo quiero que Tú tengas el dominio absoluto de mi ser. Si en algún momento llega a ser difícil para mí rendirme a Tu maestría, iré a buscar gracia a fin de adaptarme a ella». Debe haber algo de una actitud de completo compromiso.

Te pregunto –no como la suma total de todo lo que esto significa y que tú conozcas–
,¿tiene el Señor el dominio y señorío de tu ser, de tu vida? Como ya hemos dicho, esto afecta cada punto y cada aspecto. ¿Tiene el Señor dominio y señorío de tus negocios, en tus relaciones comerciales, en tus transacciones de negocios? ¿Estás tú haciendo negocios que no están en consonancia con la gloria de Dios, es decir, estás haciendo negocios que son una contradicción con la gloria de Dios?

Una vez conocí a un joven que se había movido muy bien en los negocios, y tenía enormes perspectivas; sin embargo, él hacía parte de la empresa más grande de tabaco en Europa. Él gozaba de buena posición, con grandes perspectivas; pero él se topó con esta disyuntiva de si el Señor fuese glorificado o no con ese tipo de negocio que él estaba realizando. Él finalmente tomó la decisión de que ese tipo de negocios no era para la gloria de Dios. Cuando percibió el resultado de aquel negocio, descubrió que era contrario a la gloria de Dios en la vida humana, por lo que cedió su posición y salió en forma total de la empresa. Durante algún tiempo, él fue probado por su actitud y por la posición de fidelidad a Dios que había tomado. El Señor tuvo cuidado de él al final, pero yo no estoy lanzando esto para decir que tú recibirás una recompensa, o recibirás una compensación.

El punto es, no a la política, sino a los principios de Dios. El mundo está gobernado por la política, por lo que es política y lo que es diplomático. Este es todo el espíritu y la ley de este mundo; pero el Señor Jesús no es político ni diplomático; el principio es la gloria de Dios. Esto es lo que significa estar comprometido. ¿Está su hogar, sus relaciones domésticas, su vida y relaciones sociales comprometidos con la gloria de Dios?

Y así podríamos proseguir. No es justamente una cuestión de que dobles tus rodillas y le digas: «Señor, yo soy tuyo. Me entrego a Ti de manera absoluta», y luego cuando venga el Señor a lo largo del día siguiente y te diga: “¿Qué acerca de esto? " entonces tú le respondas: "¡Oh, yo no quise decir eso!" El Señor es muy práctico.

Perdónenme por hablar así, pero debemos hacerlo, porque estamos en tiempos muy serios, y Dios se está aproximando a Su pueblo, a fin de tamizar a Su gente. El final va a ser un tiempo tremendo de cernido entre el pueblo del Señor. Pedro, hablando sobre el tiempo del fin dice: "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios" (1 Pedro 4:17); ¿cuál será el fin del pecador y del impío? Vamos a ser cernidos en esto: ¿Tu prioridad en la vida está realmente resuelta y establecida, y es esta prioridad la gloria de Dios? Si así fuere, pase lo que pase, tú irás a pasar a través, y llegarás al final de Dios, la gloria. "¡Es con Dios con quien tenemos que habernos!"

LA ACTITUD DE DIOS FRENTE A LA VIDA HUMANA

En este capítulo vamos a tratar de las últimas cosas, las cosas primordiales y las cosas eternas. Voy a decir algo que tal vez pueda ser una cosa muy difícil para ti de aceptar, pero nos clama y no podemos escapar de eso, por mucho que nos duela y no nos guste. La actitud del Señor Jesús frente a la situación y frente a todos los interesados, es la actitud de Dios frente a la vida humana tal como es. Aquí, en este capítulo encuentras la vida humana representada por una serie de aspectos diferentes. Encuentras los judíos, los escribas y los fariseos. Bueno, tal vez no seas sorprendido por la actitud de Dios hacia ellos, sino que se mueven en el corazón de este capítulo.

Aquí están estas queridas hermanas, y está este hombre Lázaro, todos tan distantes como lo pudiesen ser, humanamente hablando, de los escribas y los fariseos y de los gobernantes judíos. Tú dirías que eran personas amables y encantadoras; sin embargo, ¿cuál fue la actitud del Señor Jesús? Él se sitúa sin comprometerse, manteniendo cierta reserva. Allí dice que Él se quedó donde estaba durante dos días más, y que cuando Él llegó, Lázaro ya había muerto desde hacía cuatro días. Cuatro días habían transcurrido entre la recepción de las noticia y la llegada de Él allí; y, como tú sabes, ellos le mencionaron al Señor el estado de las cosas que, naturalmente, habrían prevalecido. ¿Por qué Él había permitido que Lázaro muriera? Él pudiera haberlo resucitado, porque Él había sanado a muchas otras personas, y había resucitado a otros muertos. ¿Por qué no a éste que era tan amado? ¿Por qué Jesús permitió que los corazones de las hermanas fuesen rotos, quebrantados con este dolor y esta angustia? ¿Por qué esa actitud? Esta es la actitud de Dios para con la humanidad tanto en su mejor momento en Adán, así como en su peor momento. Esta humanidad en su mejor momento es algo que, en Adán, Dios ha puesto a un lado, y Jesús no va a remendarlo. Él no va a darle la medicina para que sane. Él dice: "Eso debe morir". Lo único posible es la resurrección, una vida totalmente nueva, algo diferente de lo natural y terrenal, aun en su mejor momento.

¿Crees tú que yo estoy exagerando, o yéndome demasiado lejos? Quiero que te apoderes de este Evangelio y lo leas de principio a fin. ¿Por qué la boda en Caná de Galilea? ¿Por qué el Señor participó en ese festejo? ¿Por qué se acabó el vino, y por qué surgió esa terrible y desagradable situación? "(Ellos) no tienen vino", le dice Su madre, en una especie de apelación y expectativa de que Él haría algo. La consternación reina sobre todo aquel asunto. No hay recurso a la vista. Se trata del propósito mismo que hace la vida. "¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora". Había sido la apelación ante una situación difícil, el recurso de una oportunidad, la apelación de un corazón de madre, la apelación ante una situación difícil, pero, no, Él no quiso saber nada de eso, pues hay algo más en Él que simplemente remendar esta fiesta. Tiene que haber algo que está por encima de lo natural, y esto es la novedad de vida, y no lo viejo remendado. Esto viejo debe morir, y entonces sólo la resurrección va a ser la respuesta. Esa es la explicación –algo diferente. La actitud de Dios es que la vieja creación está arruinada, y la única perspectiva es una vida de la nueva creación. "Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria" (Juan 2:11). La gloria es el propósito de los caminos de Dios. ¿Cómo? En algo que está más allá de toda posibilidad natural. Las bodas de Caná es el principio, y la muerte y resurrección de Lázaro es el final de la historia.

En el medio –aunque no puedo quedarme en ninguno de ellos, pero me limitaré a recordar algunos de ellos–, está Nicodemo, con toda su religión y todo su conocimiento, a quien Jesús dijo: "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” (Juan 3:10). Todo el conocimiento religioso, el aprendizaje, la posición y tradición están en bancarrota. "Os es necesario nacer de lo alto. Esta vuestra vida natural, aunque todo parezca positivo, no os puede hacer nada al respecto.

Allí está el pobre hombre en el estanque de Betesda. Había estado durante treinta y ocho años tendido en esa posición, luchando cada día para llegar por sus pies y entrar al agua. Intentaba hacer eso, tal vez, una docena de veces cada día durante treinta y ocho años, y mira si tú tienes muchas esperanzas de dejarlo al final. Sin el uso del estanque y sin ninguna ayuda artificial, Aquél que es la resurrección y la vida entra en escena y hay otra señal, otra demostración de cuán desesperada es lo natural hasta que Jesús llega; pero Él viene con otro tipo, con otro orden de vida.

Luego llegamos a la mujer de Samaria en Sicar. ¡Qué historia de bancarrota moral es aquella! "Ve, llama a tu marido, y ven acá... No tengo marido... Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido". Todo se ha agotado en ese ámbito, pero "el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna". "Señor, dame esa agua" (Juan 4:14-15).

De modo que Juan continúa con su Evangelio hasta que llegamos a Lázaro, y todo esto es reunido en un capítulo, demostrando que la gloria de Dios es el fin. "Verás la gloria de Dios". La gloria de Dios no es algo que Dios puede hacer en la vida humana, porque Él no va a remendar eso. Los hombres pueden hacer eso. Tú llamas a los médicos, y ellos pueden ayudar a mantener esto con vida por un tiempo, pero Dios dice: "No dejes que muera. La gloria no está en ese tipo de cosas. Es algo absolutamente nuevo y diferente".

El final de todas los caminos de Dios es de esa manera. Confío en que vas a interpretar todo a la luz de esto. ¿Tú has sufrido? ¿Te has golpeado con relación a esto? ¿Qué estás haciendo al respecto? ¿Estás colocando la cosa única y meramente en la categoría de las cosas comunes al hombre? No, el fin es la gloria, y cuando tú pases a través de la experiencia, verás la gloria de Dios en la nueva vida de resurrección.

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