por T. Austin-Sparks
Capítulo 1 - El Fundamento es Jesucristo
“En Jehová he confiado; ¿cómo decís a mi alma, Que escape al monte cual ave? Porque he aquí, los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón. Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo? Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. Porque Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro” (Salmos 11:1-7). (Observar el verso 3).
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Co. 3:11).
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Tim. 2:19).
¿QUÉ HA DE HACER EL JUSTO?
Con referencia a este Salmo 11, no podemos estar exactamente seguros con relación a cuándo fue escrito, o cuáles fueron exactamente los incidentes o eventos históricos que le dieron origen; pero sea cuando haya sido escrito, claramente fue en un tiempo de crisis muy severa, cuando las circunstancias eran muy difíciles, y la posición del salmista, desde el punto de vista humano, era muy precaria, llena de peligro, y, como juzgaría el hombre, sumergida en de un inminente desastre. Era un tiempo cuando, aunque aquellos fundamentos fueran literales, fueron atacados; los fundamentos mismos habían quedado sujetos a un amargo ataque; y de nuevo, desde el punto de vista humano, los fundamentos estaban destruidos; de la forma como el hombre miraba las cosas, los fundamentos habían sido destruidos. David estaba en el centro de aquel tumulto con lo cual no estamos familiarizados, constituido por cosas totalmente exteriores, que parecían mostrar que la situación no generaba ninguna esperanza.
No obstante, interiormente había algo firme, que no concordaba con aquello, simplemente una realidad inexplicable e indefinida en el corazón que en efecto decía: El asunto no es así. Debido a las apariencias y a todas las evidencias externas que mostrarían que la situación realmente era de aquella forma, David fue aconsejado a que huyera, a abandonar toda la situación, a fin de salvar su propia vida; a huir a la montaña, a refugiarse en algún lugar que le brindara seguridad. Una montaña a veces parece ser un lugar muy seguro. Pero no siempre es así desde el punto de vista espiritual, y aquí vemos una de aquellas ocasiones cuando no importa cuán substancial pueda parecer un refugio, una montaña; es un lugar de debilidad si el hecho de esconderse en ella fuere fruto del miedo. Ellos aconsejaron a David que huyera a la montaña, a refugiarse en ella, pero él rechazó el consejo, y dijo: “Yo me refugio en el Señor”.
Concluimos, a partir del salmo 11, y del anterior, que un impío, o que los impíos ocupaban cierta posición y tenían poder. El salmo 10 trae una media docena de referencias sobre el impío. Sea quien fuese él, o ellos, ocupaba un lugar de gran poder y estaba amenazando la herencia de Dios, y atacando al propio fundamento de la herencia de Dios. Ahora, en medio de todo aquello, surgía una cuestión; una cuestión única; y toda la situación es resumida en un sólo asunto: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” Esto no significa que David estuviera de acuerdo con la sugerencia de que los fundamentos estaban destruidos; aunque haya una nota marginal que hace de este verso una parte del aviso y del consejo de sus atemorizados amigos. La nota marginal hace seguir al verso como una declaración: “Pues los fundamentos están destruidos”; y, si fuera así, “¿qué podrá hacer el justo?”
Bien, si esta es la forma correcta de leer el versículo, entonces está excluyendo a David, y muestra que él no estaba envuelto en el asunto. Pero, si es un asunto en el cual David simplemente entra como un elemento de consideración –pues está perfectamente claro que él no se rinde ante ella–, entonces el verso nos proporciona una base muy valiosa para una consideración muy importante. “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” La respuesta, naturalmente, es obvia; sólo existe una respuesta: “Nada”. Si los fundamentos fuesen destruidos, el justo nada podrá hacer, y ya no habrá esperanza ante aquella situación; entonces el consejo de aquellos hombres pasa a ser bueno. Abandone la situación y consiga algún lugar de seguridad terrenal, deje todo, abandone su visión, pues se trata de una visión falsa, que no ofrece nada. Ahora, esta es una línea a lo largo de la cual debe ser buscada una consideración por un poquito más de tiempo. La otra línea está en que coloquemos un fuerte trazado debajo de la nota de interrogación. Esto significa que continúa siendo un asunto en cuestionamiento: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?”
“Si fueren destruidos los fundamentos...” a fin de cuentas, a pesar de todas las apariencias, ¿los fundamentos están destruidos? A pesar de cómo puedan parecer estar las cosas y lo que los hombres digan acerca de ellas, con relación a la situación desesperante, y con relación al gran poder, y también de la traición del impío, ¿están los fundamentos destruidos? ¿Hay motivo para abandonar la visión? ¿Debemos nosotros tomar lo que los hombres llaman el curso seguro, y encontrar nosotros mismos alguna línea de mayor seguridad en esta situación tan precaria?
Estoy muy seguro de que aquellos de vosotros que estáis pensando y mirando con vuestros ojos del interior las cosas como están hoy, ya habréis entendido el significado de este salmo, y de este versículo. Hay, con seguridad, un ataque violento de parte del maligno sobre los fundamentos; los fundamentos de la herencia de Dios están terrible, feroz y traidoramente siendo atacados, pues tú observas en el salmo los elementos de la emboscada asociados con la actividad del enemigo, del impío. Él no viene a un lugar abierto, y no respeta las reglas de la guerra; es un asesino. Se esconde. No da oportunidad para una batalla justa. Se mantiene escondido y prepara la emboscada en lugares oscuros. Y su antagonismo, su emboscada es dirigida directamente contra los propios fundamentos de la vida del pueblo de Dios.
Ahora, hay dos maneras por las cuáles tenemos que mirar esta cuestión de destruir los fundamentos. En un sentido, el más profundo, esta es una imposibilidad absoluta. Es imposible destruir los fundamentos. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. ¿Puede ser Él destruido? ¡Jamás! Todo ha sido permitido a fin de probar su poder de destrucción sobre Él, todo martillazo de amargura y traición satánica ha sido anulada, y se ha quebrado el martillo, y permanece sin ninguna marca: “Pero el fundamento de Dios está firme”, permanece. Siendo así, a partir de este punto de vista, el punto de vista verdadero, los fundamentos no pueden ser destruidos.
Pero hay otro punto de vista a partir del cual esto tiene que ser considerado, que se refiere a una destrucción virtual del fundamento; no una destrucción real, sino virtual; este punto de vista, en efecto, se refiere a este tipo de destrucción. Quiero decir lo siguiente, que el enemigo está arremetiendo tanto contra los fundamentos, apuntando hacia su destrucción, que está haciendo todo lo que puede para que las personas coloquen una superestructura de profesión, de una supuesta vida cristiana, de una supuesta relación con Dios sin ningún fundamento, absolutamente. Y esto es un sabotaje en el tren sobre el cual sobrevendrá un gran desastre, porque todos aquellos que hacen esto están pronto para caerse, están al punto del colapso, y, entonces, culparán a Dios. El enemigo inmediatamente correrá sobre sus mentes y les dirá: Tú colocaste tu confianza en Dios, y Él te dejó caer. En este sentido, los fundamentos están destruidos, están anulados. Hay mucho de eso hoy.
Ahora, es a partir de esos dos puntos de vista que nosotros, por un momento, tenemos que mirar esta primera proposición: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” Esto significa que muy desde el comienzo tenemos que prestar atención muy especial al asunto de tener el fundamento de Dios. Este fundamento se hace fuerte e indestructible una vez que sea establecido; pero es de más importancia que cualquier otra, para usted y para mí, que tenemos el fundamento de Dios, y este fundamento verdaderamente asentado. Toda la situación es completamente sin esperanza, a menos que se tenga este fundamento.
Estamos rápidamente entrando en un período de la historia de este mundo cuando los fundamentos de la fe están para ser sometidos a la prueba final. El gran énfasis de Dios hoy está siendo traído sobre el estado de Su propio pueblo. Él está enfocando su atención sobre su pueblo. Hubo grandes períodos cuando toda su atención estaba fija a través de Su pueblo hacia las multitudes de no salvos; fueron grandes días de cosecha por medio del evangelio. Puede venir, en el orden de los propósitos de Dios, aún más énfasis de este tipo, cuando nuevamente Él extenderá la mano de un modo especial, a fin de reunir las ovejas perdidas. Él no ignora enteramente esta obra hoy, y Él no quiere que nosotros la ignoremos. Pero cualquiera que conozca la actual situación verá que la principal obra de Dios hoy, para la cual Él está dándose, no es por la unión de multitudes de almas no salvas; sino que tú realmente descubres que en todas partes hay un creciente movimiento de Dios para mover el corazón de su propio pueblo, aumentando el hambre, haciendo manifiesto la debilidad y la necesidad, y sometiendo a prueba a los cristianos de todas partes.
TIEMPOS DE PRUEBAS
¿Estás tú enfrentando tiempos de prueba y examen espiritual? ¿Estás hallando más fácil vivir la vida santa hoy que como solía ser? Si fuéramos honestos en nuestros corazones, diríamos: No, ciertamente hoy es más difícil, y nuestra vida espiritual se queda muy raramente fuera del fuego. Parece que constantemente somos traídos al lugar de la prueba, y cada prueba parece ser más profunda que la anterior. El Señor está enfocado en Su pueblo, y el objetivo de todo es llegar a los fundamentos, y, ese día, cuando Dios se está enfocando sobre los fundamentos, el diablo está particularmente preocupado en dejar a las personas sin fundamentos, y esto explica grandes movimientos de hoy que no tienen ningún fundamento.
Estamos pasando rápidamente por el tiempo de la última prueba de nuestro fundamento. La cuestión para cada uno de nosotros será con relación a si tenemos el fundamento adecuado de Dios, y suficientemente colocado como la base para nuestra fe. Tenemos que ver, obviamente, qué fundamentos son esos, pero yo ahora sólo llamo la atención hacia la necesidad. Una vida espiritual superficial no irá muy lejos. Los vientos de Dios soplarán y, entonces, descubriremos cuán profunda es nuestra raíz. De ahí la necesidad de que consideremos la cuestión de los fundamentos. Entonces, por otro lado, el otro punto de vista: el fundamento una vez puesto, no importando cuáles sean las apariencias, las circunstancias, el exponente humano, la opinión del hombre, no hay motivo para que abandonemos la visión. Es exactamente ahí donde yo quiero colocar mi dedo por uno o dos minutos, no pretendiendo entrar en la naturaleza del fundamento por el momento, sino sólo mostrar lo que surge con esta cuestión.
Hay hoy un consejo de desesperación sobre condiciones espirituales, y David no era exclusivo en esta cuestión; todos saben lo que es tener una sugerencia dada a nosotros: “Tú estás buscando realizar algo imposible, tu patrón es un patrón imposible; esto que tú has establecido como blanco es imposible. Tu visión es la visión de un idealista, pero es completamente impracticable, imposible de realizar. Mira la destrucción que el enemigo hizo. Siempre que había alguna cosa que representara algo extra, algo más pleno, algo mayor, más profundo, la grandeza de Cristo, siempre que había algo que apuntara hacia el propósito final de Dios y que iba más allá de aquello que se obtenía en su día, entonces el enemigo armaba una terrible confusión, atacaba y hacía una masacre. La historia se repite sucesivamente, y mire la confusión que el enemigo ha fomentado en la tierra entre el pueblo del Señor. Mira la situación, el poder, la perspicacia y traición del enemigo, y cómo está en posición de poder, cuanto él tiene las cosas de ese modo, cuán sin esperanza, cuán débil eres tú frente a eso.
Mira el estado espiritual del pueblo del Señor hoy. La gran mayoría de ellos carece de una real hambre espiritual, están contentos con su religión meramente formal, e incluso donde hay algunos que están espiritualmente hambrientos y honestamente quieren andar con Dios; pero, cuando son colocados a prueba, no pagan el precio. De un modo o de otro, esta tradición comunicada, esta larga y permanente aceptación, este sistema histórico, tiene valor sólo mientras están comenzando a moverse con el Señor, y, aunque hayan mostrado su antojo, su deseo de seguir con el Señor, y hayan real y honestamente pretendido hacerlo así, exactamente en el instante en que son dados algunos pasos, pasos que los conducirán hacia fuera y los llevarán con el Señor, algunos, entonces, se amedrentan en su interior por las consecuencias de sus pasos, y esto los hace retroceder.
Es mejor que abandones tu visión, es mejor que tomes algún camino más bajo. Es mejor que encuentres algún lugar de mucha seguridad, alguna montaña de un curso de cosas más normal y natural. Tú estás anhelando algo muy alto, la situación se presente sin esperanza, ¡abandónala! Supongo que muchos de nosotros conocemos algo de este consejo que viene tanto del interior como del exterior. El Señor Jesús experimentó algo parecido. Esta fue la suma total de Su tentación por cuarenta días y cuarenta noches en el desierto. Él había entrado en un terreno que era el terreno más alto que este mundo jamás hubo conocido, y todo el objetivo del enemigo era hacerlo descender de allí –por sugerencia, por traición, por argumento– y descender a un nivel más bajo. Él decía: Tu curso es imposible.
Toda la cuestión surge ante los siguientes argumentos: ¿Están destruidos los fundamentos? Si están, bien, entonces, el consejo es bueno, sería mejor que desistiéramos; si no, entonces no hay motivo para que abandonemos la visión. ¿Están los fundamentos destruidos? Vamos a colocar esto de manera práctica. ¿Colocó Dios un fundamento? Nosotros podemos colocar muchos fundamentos y creer que ellos no son buenos. El asunto es: ¿Colocó Dios un fundamento? La Palabra nos dice muy claramente que sí. ¿Colocó Dios un fundamento sin pretender que una estructura fuera construida sobre él? Ciertamente esto sería una tontería, y ¿quién acusaría a Dios de tonto? Entonces, si Dios colocó el fundamento, y Su fundamento es indestructible, luego Él anhela construir sobre este fundamento, y desea construir un edificio.
¿Puede el plan de Dios ser frustrado por el enemigo? ¡No, así como no puede ser destruido su fundamento! Él alcanzará su objetivo. ¿Cuál es el fundamento de Dios? Es Jesucristo. Él está ahora fuera del alcance de cualquier fuerza de destrucción. ¿Cuál es la estructura de Dios? Es Cristo. Llámela con el nombre que quiera: la Iglesia que es su Cuerpo, la Compañía conformada a la imagen de Su Hijo; pero cualquiera que sea el nombre que tú quieras darle, esto está en el propósito de Dios, Cristo desarrollado en plenitud en sus santos. Esto jamás podrá ser destruido. Esto jamás podrá ser vencido. Dios lo obtendrá.
Si nosotros estuviéramos pensando en la edificación como algún movimiento, alguna organización, algún sistema formulado por la obra y empresa del cristiano, bien, entonces tendríamos un concepto errado de lo que es la obra de Dios. La obra de Dios es los santos creciendo a la imagen de Su Hijo, y, mientras Cristo permanece, el propósito de Dios acerca de aquellos que están en Cristo también permanece, y el propósito de Dios jamás puede ser impedido. Si hemos renunciado a nosotros mismos para ver algo realizado con éxito en la tierra, bien, entonces, llegaremos al lugar donde el consejo será muy bueno para que echemos manos de esto. Pero, si renunciamos a nosotros mismos para presentar todo hombre perfecto en Cristo, entonces no estaremos en una dirección sin esperanza. Este es el propósito de Dios, fijado y establecido mucho antes que este mundo con todos sus cambios y el Maligno vinieran a existir. “...Las obras fueron terminadas desde la fundación del mundo”. ¿Estás tú intentando hacer la obra para el Señor? ¿Estás tú intentando aumentar la obra del Señor? Desiste. Entra a las obras que ya están acabadas, y tendrás un camino claro a seguir.
Si estás contemplando algún llamado, si el Señor te ha llamado para el ministerio, déjame contarte el secreto para seguir y llegar hasta el final en triunfo, con fruto. Sí, ciertamente tú podrás no verlo, pero lo harás así. Comienza diciendo: “Señor, todo ya está hecho antes de que el mundo existiera; estoy entrando en cosas ya hechas, y estoy trabajando contigo en la realización de algo ya realizado. Voy a entrar en algo que ya fue hecho en la eternidad, en el Consejo de Dios, que dice respeto a este ministerio específico. Entro en esto por la fe; trabajando a partir del propósito de Dios en la eternidad pasada”. Y tú trascenderás en ese ministerio con fruto.
Dios jamás te enviará a algún lugar por Su Espíritu Santo, donde no haya fruto. Tú podrás no verlo ahora, pero lo verá más tarde; Dios lo sabe. Él trabaja sobre una obra ya conocida. Él le dice a un apóstol, conduciéndolo a una ciudad pagana llena de pecado y suciedad: “...no temas... pues tengo mucho pueblo en esta ciudad”. Él no dice: “Yo voy a tener mucho pueblo”, sino “Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”. “Señor,¿cuándo los tuviste?” “¡Antes de que tú existieras, antes de que este mundo existiera!” Este es el principio de Dios. La necesidad de hacer las obras del Señor, y por medio de una vida gobernada y dirigida por el Espíritu. Esto es llegar directamente al fundamento, donde no hay espacio para ningún argumento de desesperación y abandono; es permanecer sobre algo sólido, que no puede ser destruido.
EL FUNDAMENTO DE DIOS NO PUEDE SER DESTRUIDO
Oh, debemos tener nuestra vida fundamentada sobre esto. Nuestra fe para salvación, tener todo nuestro servicio, nuestro ministerio fundado sobre esto. Oh, ser libre de cosas que, siendo del hombre, aun religioso, no pasará en la prueba; y ser traído a las cosas que son de Dios, y que sobrevivirán a la prueba. “...el firme fundamento de Dios permanece”. No puede ser destruido. Permanecer en aquello que no hay necesidad de desistir. Habrá momentos de dolor, cuando el consejo de nuestro corazón llegue a sugerirnos que huyamos, que abandonemos, que desistamos, pero este es el consejo del miedo. Hay una cosa sobre el consejo del miedo que tú siempre debes tener en mente. El miedo nunca entrevé todo. El miedo sólo entrevé una cosa. El miedo sólo entrevé la cosa presente, y está ciego para todos los demás factores.
El miedo, de parte de los espías que primero llegaron a la tierra, hizo que ellos entrevieran sólo una cosa: las dificultades, y los cegó a la posesión, a Dios. La fe entrevé todas las dificultades y, aunque ella pueda tal vez no ver a Dios como inminente, sin embargo siempre lo ve como trascendente. El miedo tiene visión corta. El miedo es muy limitado en su comprensión; y este era el consejo del miedo: “Huye a tu monte”. La fe ve que el fundamento de Dios no puede ser movido, no puede ser destruido, y sean cuáles puedan ser las apariencias, la fe mira más allá de las apariencias, más allá de las circunstancias, mira al Señor, y hace de Él el refugio, y prosigue adelante.
Algunas personas han sugerido que el salmo 11 fue escrito por David el día cuando Saúl lo estaba persiguiendo. Yo no entiendo cómo puede esto ser así, pues cuando Saúl perseguía a David, él huía, y aquí él está diciendo que no huiría. Otros dicen que fue en los días de la traición de Absalón, y el consejo dado a David fue huir. Y realmente huyó, pero aquí él está diciendo que no huirá. Usted tendrá que hallar algún otro escenario para esto. Él no huyó, este es el punto. ¿Por qué él no huyó y no abandono aquella situación, y dijo: “Sí, vosotros estáis en lo correcto, él está haciendo un desorden, él está golpeando con vehemencia sobre el fundamento de las cosas; es mejor que yo encuentre una línea de menor resistencia”? ¿Por qué él no tomó esta actitud? Simplemente porque los ojos de su corazón estaban fijos en el Señor, y él no tenía ningún interés personal para servir; ninguna organización, ninguna sociedad, ningún movimiento a lo cual él estuviera tan conectado que, si aquello hubiese sido hecho pedazos, toda su vida hubiese tenido el mismo destino. No, era el Señor. Es algo tremendo andar con el Señor y ser liberado de las cosas menores, ser uno con el Señor en Su propósito. ¿Qué sería si todas las demás cosas se disiparen como humo? Tú no estabas en ellas, absolutamente, ellas no eran algo en lo cual tu corazón estaba afirmado. Lo que tú estabas siguiendo no era algo temporal, algo terrenal, sino algo espiritual y eterno, y nada puede destruirlo.
Ahora, amado, tú entiendes el asunto. Tú y yo tenemos que estar fundamentados sobre el plan de Dios. Lo que debe determinar toda nuestra vida, toda nuestra actividad tiene que ser el propósito de Dios. ¿Y cuál es el propósito de Dios? Que me quede claro de una vez por todas que el propósito de Dios no es tener algo anclado en esta tierra, aun con su nombre sobre aquello. Todo lo que estuviere preso en esta tierra pasará con la tierra. El propósito de Dios es tener algo espiritual en la vida de Su pueblo; algo que los relacione a Su Hijo, de manera creciente, el incremento de Cristo. El resto no interesa.
Todos los aspectos temporales de la obra son de muy poca importancia. Lo que importa es que los hombres y mujeres estén siendo perfeccionados en Cristo. Nosotros no estamos aquí para establecer algo y, entonces, intentar conseguir que hombres y mujeres se unan a esto, se asocien a algo ni siquiera a un ‘testimonio’, como nosotros podemos llamarlo. Vamos a ser cuidadosos para que comencemos con el propósito correcto. No estamos aquí en esta tierra para implantar una doctrina, y entonces, intentar conseguir personas que acepten esta doctrina. Si tú vas a tu Nuevo Testamento, encontrarás personas que andaban juntas porque ellas ya estaban conectadas antes. Ellas no venían para juntarse. El testimonio no es algo a lo que tú te unes. Tú eres unido por estar en el testimonio. ¿Entiendes esto? Esta es una cosa tremendamente importante con relación a toda esta cuestión que estamos considerando.
Nos desanimaremos, y tendremos un tiempo duro si intentamos conseguir personas para que adopten algo, lo tomen, lo acepten. Vamos, con el poder de Espíritu Santo, a dar nuestro testimonio, vamos a dejar al Señor hacer la obra en nuestros corazones, y, cuando Él haga su obra en nuestros corazones, nos uniremos con otra persona. Tú tendrás la expresión de la Iglesia aquí en esta tierra como resultado de la obra realizada dentro de ti, y no en alguna cosa que tú trajiste consigo, incluso una enseñanza, un testimonio, o un sistema que hasta pueda ser llamado comunión. Vamos a ser cuidadosos en pensar que podemos asociarnos a una comunión. Comunión es algo que ‘es’; es el resultado de algo interior.
Ahora, yo concentro todo lo que he dicho en esta ley. El objetivo es tener una vida interior en Dios, y, si estuviéramos en esta línea, estamos sobre algo que jamás puede ser destruido. Si tu objetivo es una u otra cosa, tener alguna forma u orden exterior, tú estás en una línea que será destruida, y la cosa se quebrará. Este es el porqué de que encontremos tantas fragmentaciones en las cosas. Aquí está una cosa pura que ha sido trabajada dentro de pocas vidas, y, debido a que esta misma cosa ha sido realizada en esta pequeña compañía, ellos están juntos en una maravillosa unión, y ahí ellos realmente representan algo de Dios; pero, entonces, otros comienzan a unirse al negocio, a que se junten, aceptando la enseñanza. Llega una nueva generación y recibe la enseñanza de aquella generación anterior, y la obra no fue realizada en el interior de esas personas que se asociaron, o de los sucesores, y tú tienes sólo una transmisión de una enseñanza, de una tradición, sin una obra realizada en el interior. ¿Qué acontece? No tarda mucho y la cosa se divide, y la división es interminable. Tú no consigues dividir aquello que es de Cristo en cada corazón; que es indestructible. Sin embargo, si es algo meramente externo, histórico, tradicional, doctrinario, ello puede ser dividido en tantos fragmentos cuanto haya personas envueltas ahí. El fundamento es Jesucristo; y Jesucristo en el corazón, creciendo, desarrollándose, siendo completamente formado en los santos. Esta es una línea indestructible: Cristo como el fundamento dentro de nosotros.
Pienso que nosotros debemos estar mucho más interesados en el crecimiento espiritual de la otra persona. Todo lo demás debe ensamblarse en este propósito. El crecimiento espiritual del otro. Las demás cosas vendrán, desde que sean buenas y correctas; cualquier tipo de expresión exterior será el resultado de esto, pero esto es lo principal, nuestro mutuo desarrollo espiritual, el incremento de Cristo, y ninguna actividad del infierno, ni traiciones podrán destruirlo. Es el fundamento de Dios en nosotros lo que permanece.
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