Austin-Sparks.net

El Ministerio Profético

por T. Austin-Sparks

Capítulo 5 - Por qué el Mensaje del Profeta no es Comprendido

Lecturas: Hechos 13:27, 15; 2ª Corintios 3:14-18; Isaías 53:1.

Los profetas eran leídos, como Pablo señala aquí, todos los sábados. Era una costumbre fi- ja leer la ley y los profetas todos los sábados, y se puede decir que no había un horario es- pecífico del día en que esto se hiciera, sino que durante todo el sábado se leían en las si- nagogas la ley y los profetas. Y, aunque las propias autoridades, y también los residentes de Jerusalén que frecuentaban el templo oían la lectura de los profetas continuamente, no obstante, jamás escuchaban las voces de los profetas. Y porque ellos fracasaron en oír ese algo interior, que era mucho más que la mera lectura audible de lo que los profetas tenían que decir, ellos perdieron todo aquello que estaba planeado para ellos, como muestra este capítulo 13 de Hechos. Los Apóstoles los dejaron y se volvieron a los genti- les, que tenían un oído dispuesto a oír.

Esto no es una cuestión trivial e intrascendente. Es evidente que a nosotros nos corres- ponde tratar de oír la voz de los profetas, para conocer realmente lo que estaban dicien- do. Vamos a ver de nuevo el versículo: "...porque no Lo conocieron, ni conocieron la voz de los profetas." ¿Por qué no Le conocieron? ¿Por qué no oyeron? Hay una respuesta bá- sica a esta pregunta que nos ocupa ahora, y que nos trae a los fundamentos, realmente a la raíz de las cosas.

La Ofensa de la Cruz

(a) Un Mesías sufriente

La respuesta a la pregunta es ésta - porque ellos no estaban dispuestos a aceptar la cruz. Esto es lo que está en la raíz de todo el asunto. En primer lugar, no estaban dispuestos a admitir un Mesías sufriente. Ellos habían formado sus propias opiniones, tanto en relación con el tipo de Mesías que el Mesías debía ser, sobre lo que Él debería hacer, y sobre los resultados de Su venida; y todo lo que se oponía a esta mentalidad fija no era aceptada - era un escándalo. No podían admitir dentro del campo de su observación que el Mesías venidero fuese un Mesías sufriente – aunque los profetas estuviesen siempre hablando del Mesías sufriente. Isaías, en el punto de sus profecías que conocemos como Capítulo 53, muestra lo clásico sobre el Mesías sufriente, e incluso comienza diciendo: "¿Quién ha creído a nuestro anuncio?".

Pienso que no necesitamos reunir más evidencias para mostrar que esta era la actitud de ellos. Fue así todo el tiempo. Pablo en su carta a los Gálatas trató con esta misma cues- tión. Hacia el final de la carta él habla sobre el tropiezo de la Cruz, él coloca esto sobre los judaizantes, que seguían sus pasos por todas partes a fin de perjudicar su ministerio, y en cuyas manos él sufría. Él "traía en su cuerpo las marcas del Señor Jesús» (Gálatas 6:17). ¿Por qué? Por causa de su mensaje de la Cruz. Él dijo: "Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz" (Gálatas 5:11). Y durante todo el camino, vemos la renuencia de los judíos en admitir el sufrimiento del Mesías.

(b) La forma de auto-despojamiento

Pero la cosa iba más lejos que eso. Se convirtió no sólo en una cuestión nacional, sino en un asunto personal. Ellos no querían aceptar el principio de la Cruz sobre sí mismos. Usted descubre que esos individuos representantes de la nación, que venían al Señor Jesús de tiempo en tiempo, se presentaron con el tropiezo de la Cruz - y siempre se iban con las manos vacías, no estaban dispuestos a aceptarla. Nicodemo estaba muy interesado en el reino que el Mesías estaba por establecer, que él mismo estaba esperando y anticipando, pero esto se convirtió en una cuestión personal de la Cruz. Antes de que el Señor termina- ra con Nicodemo, Él trajo ante su vista la serpiente levantada en el desierto. Era un tropie- zo.

Otro hombre, que llegó a ser conocido por nosotros como el joven rico, se fue muy triste por causa del tropiezo de la Cruz. Era inútil que el Señor, en aquel tiempo, antes de que la cruz realmente tuviese lugar, hablara en términos más precisos sobre ella a otras personas que no fueran sus discípulos, pero Él aplicaba el principio, que era la misma cosa. Él aplicó el principio a este joven. «Si, como dices, estás interesado en el Reino y en la vida eterna, este es el camino: el camino del despojamiento - del completo auto-despojamiento. "Él se fue triste, porque tenía muchos posesiones" (Mateo 19:22). El Señor dijo: “¡Cuán difícil- mente entrará en el reino de Dios los que tienen riquezas!"(Lucas 18:24). El tropiezo de la Cruz los desenmascara.

Ahora aquí, los judíos en su conjunto hacían del reino de Dios una cosa terrena, apoyado sobre principios de este mundo. Y no vamos a culparlos a ellos sin culparnos a nosotros mismos. Ésta es nuestra batalla hasta hoy. Es una cuestión que descubre nuestro corazón. Oh, usted no puede estar esperando que a través de su predicación de Cristo sea estable- cido un reino temporal y que usted va a tener una corona para ser colocada y un trono li- teral para sentarse en él - esta puede no ser su perspectiva o modo de pensar; pero ¿no estamos casi todos los días de nuestra vida en dificultades porque el Señor esconde de nosotros todo lo que está haciendo, privando a nuestra alma de su ambición de ver cosas, de tener cosas? ¿No es este el motivo de gran parte de nuestras dificultades? Queremos ver, queremos tener, queremos las pruebas y las evidencias. En verdad queremos un reino que pueda ser evaluado por los sentidos de la vista, oído y sentido - un reino palpable, una respuesta en forma tangible a todos nuestros esfuerzos y fatigas, y lo contrario a esto es un tremendo esfuerzo de fe, y a veces incluso nos lleva a crisis serias. ¿Por qué el Señor no hace aquello que creemos que Él debe hacer? Se trata simplemente de este anhelo ar- diente del alma en tener prueba y demostración, y esto porque, si hay algo edificado en la obra cristiana, que sea obvio, grande, impresionante, donde haya una gran cosa siendo organizada y un gran movimiento en curso y todo está en el campo de lo que se puede ver, multitudes de cristianos corren tras eso; o si hay manifestaciones, cosas que parecen ser pruebas claras, las multitudes van a ir allí. El enemigo arrastra multitudes al imitar las obras del Espíritu Santo en el campo de las demostraciones y pruebas. Somos muy impre- sionables, necesitamos poseer; y este es exactamente el mismo principio que gobernaba a aquellas autoridades. Ellos no estaban preparados para que el principio de la Cruz fuese aplicado de esta forma - un total despojamiento del YO, hasta llegar al fin de todo, dejan- do solo al Señor.

El tema de los Profetas - Conocer al Señor

Usted ve que esto nos lleva a aquella cuestión de las voces de los profetas. ¿Qué era lo único que los profetas siempre estaban hablando? Era sobre conocer al Señor. Aquello que estaba faltando en el pueblo del Señor en los días de los profetas era el conocimiento del Señor. Había muchas personas que estaban preparadas para tener al Señor por lo que Él podía hacer por ellos, pero al Señor mismo... ¡ah, esto era otra cosa!

¿Qué es lo que el Señor busca en usted y en mí? ¿Él está queriendo primeramente que hagamos cosas? La idea de lo que es el Señor hoy se asocia a menudo con las cosas que se están haciendo para Él, la obra en la que estamos comprometidos, etc. - es decir, con lo que es objetivo y externo. Pero el Señor no está primeramente interesado en cuánto po- damos hacer. Él está mucho más interesado, hagamos poco o hagamos mucho, que cada pedacito de lo que hacemos sea el fruto del conocimiento de Sí mismo. Muchas cosas pueden ser hechas para el Señor en términos de obras y actividades cristianas, exacta- mente de la misma forma como usted hace cualquier otro trabajo, pero eso puede no proceder de su propio conocimiento de Dios. El Señor, por sobre todo, está más interesado en que podamos conocerlo. "Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago mi- sericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová" (Jeremías 9:23,24).

¿No puede esto explicar el mismo principio de la Cruz que está siendo aplicado en noso- tros? El Señor no está satisfecho ni complacido; a lo largo de muchas líneas Él parece estar diciendo una y otra vez "no" a mucho de lo que deseamos, y, siendo negado, frecuente- mente llegamos al punto en que casi desistimos de todo y hacemos grandes preguntas so- bre nuestra relación con el Señor. Y, sin embargo, lo que Él busca en todo momento, a través de Sus negaciones, restricciones o demoras, es profundizar nuestro conocimiento de Él mismo. Lo que interesa al Señor antes que cualquier cosa, no es que estemos en un cierto lugar haciendo un montón de obras cristianas (¡no permita que eso le impida servir al Señor!), sino que podamos estar allá como alguien que conoce al Señor. Nuestras opor- tunidades de servirlo van a surgir de nuestro conocimiento de Él; Él se encargará de eso. El Espíritu del Señor está organizando Su propia obra. Él sabe dónde existe necesidad, y cuando ve a alguien que puede satisfacer esa necesidad, Él puede hacer contacto.

El Conocimiento del Señor es Básico para toda Utilidad

Este es el principio en el Nuevo Testamento. Vemos esto en la propia vida del Señor Jesús. Aquel encuentro entre Cristo y la mujer samaritana no fue solo un hecho casual, una bella historia. No, allí usted encuentra principios. El Espíritu Santo escribió estas historias, e in- volucró principios en cada incidente. Aquí hay Alguien que tiene agua para dar, y el mundo no sabe de eso, y allí hay una mujer sedienta. Dios ve eso, alguien en necesidad es coloca- da en contacto con Aquél que tiene la provisión. Esto es una ley. Si usted no tiene el sumi- nistro, será una obra muy vacía la que hace para el Señor.

El principio de la Cruz opera a lo largo de muchas líneas, de muchas maneras - probándo- nos, experimentándonos, despojándonos, a fin de llevarnos a un lugar donde conozcamos al Señor, y donde nuestra alegría en el Señor y nuestro entusiasmo, y nuestra vida cristia- na sean fruto de algo más profundo que la simple energía producida por hacer muchas co- sas, corriendo de reunión en reunión, dando charlas, estando ocupados con los compro- misos en la obra cristiana. El Señor no quiere que sea así. No estoy diciendo que usted ja- más estará en la cresta de la ola, jamás tendrá sus manos llenas; pero la forma en que el Señor nos hace siervos útiles es tratar con nosotros a fin de que Lo conozcamos, de modo que, sea que estemos ocupados en la obra cristiana de forma visible o no, estaremos allí con un conocimiento del Señor. Así que lo que necesitamos es una medida cada vez ma- yor de la preciosidad del Señor en nuestros corazones; para que, sea que estemos aptos para hacer alguna cosa o no, Él pueda continuar siendo muy precioso para nosotros. Esto es lo que Él quiere.

Esto es muy simple, pero es la base de todo. Usted está por ahí en algún lugar donde no siempre puede estar hablando acerca del Señor, donde puede hacer muy poco; sin em- bargo, si el Señor es precioso para usted, esto es servirlo, y Él tiene en usted un vaso dis- ponible para cualquier cosa que Él quiera. Estoy seguro de que el Señor jamás nos mostra- rá a las personas y confiarnos responsabilidades hasta que Él haya llegado a ser muy pre- cioso para nosotros en el lugar donde estamos, aunque muchas otras cosas que nos gusta- rían nos estén siendo negadas. Es el principio de la Cruz.

Nicodemo llega con toda su "suficiencia". Él es un hombre de gran suficiencia - una auto- ridad de los judíos, de posición elevada, en un lugar de influencia, y mucho más. Él repre- senta una suficiencia de tipo religiosa. Entonces el Señor prácticamente le dice: "Usted tiene que abandonar todo y empezar de nuevo, como un niño recién nacido. Usted está interesado en el Reino de los Cielos, pero no puede traer nada de eso para el Reino.” Al joven, de hecho, Él le dijo: "Usted no puede traer sus riquezas". Usted puede tener una gran riqueza natural - intelectual, financiera, influencia, posición, pero eso no le da ninguna posición en el Reino de los Cielos, absolutamente. El más rico, el más acaudalado, el mayor aquí en este mundo no recibe más luz del Señor que los más pobres y más débiles. Todos somos traídos a la misma condición – usted tiene que nacer de nuevo, usted necesi- ta comenzar de cero en este asunto del Reino de los Cielos. El Reino no es comer ni beber, es una cuestión de medida espiritual; y usted comienza la medida espiritual por medio del nacer del Espíritu. La nueva vida es absolutamente espiritual desde el primer aliento - algo que no era antes, algo nuevo.

La medida espiritual es simplemente conocer al Señor, eso es todo. Nuestra permanencia en el Reino de los Cielos es simplemente una cuestión de conocer al Señor, y si vamos a recibir una posición más elevada, no será por preferencias en absoluto, sino por el aumen- to de nuestra medida espiritual. Las personas que cuentan en el Cielo son personas espiri- tuales, y lo que cuenta es el grado de la medida de su espiritualidad, y la espiritualidad es conocer al Señor. Podemos estar seguros de que el Señor se compromete plenamente a Sí mismo en esto de hacer que le conozcamos a Él. Esto es lo que realmente importa.

La Cruz es la Base para todo Conocimiento del Señor

Ellos no podían oír las palabras de los profetas porque los profetas hablaban de los sufri- mientos del Mesías, y había algo en el interior de las personas que había cerrado la puer- ta; ellos estaban predispuestos contra cualquier cosa a este respecto, y, por lo tanto, no podían oír. Incluso los discípulos del Señor Jesús estaban en esta situación. Cuando Él co- menzó a referirse a Su Cruz ellos dijeron: "Ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mateo 16:22). ¿Un Mesías sufriente? ¡Oh, no! Pero ellos realmente llegaron al lugar donde la Cruz tenía su aplicación más profunda, donde significaba el fin de todo para ellos. El Señor precipitó todo este asunto, y usted los ve después de la crucifixión del Se- ñor - habían perdido su Reino Mesiánico, habían perdido todo, estaban desprovistos y va- cíos. ¿Y entonces qué sucedió? Ellos comenzaron a conocer, solo comenzaron a conocer, y el conocimiento de ellos creció y creció; sin embargo, era enteramente de otro orden. Así usted descubre, en el resto del Nuevo Testamento, que, tanto en su propia historia, como en la enseñanza de los demás, las dos cosas van juntas. Son como el positivo y el negativo de un circuito eléctrico - no puede haber corriente sin ambos. Lo negativo es la aplicación del principio de la Cruz, que dice NO, NO, NO: un fin: la muerte para sí mismo, muerte pa- ra el mundo, muerte para toda su vida natural. Pero lo positivo es el Espíritu Santo, el Es- píritu de Dios, fuertemente presente, pero siempre de la mano con la Cruz. Con estos dos actuando siempre juntos, el negativo y el positivo - la Cruz, y el propósito celestial, el po- der divino y la eficacia – usted descubre que hay un movimiento y un conocimiento cada vez más creciente del Señor.

No podemos obtener conocimiento del Señor (la cosa más importante en la mente de Dios para nosotros), excepto en el terreno de la aplicación continua de la Cruz, y esto será así hasta el final. No imagine que llegará un día en el que va a descartar la Cruz, cuando el principio de la Cruz ya no sea necesario, cuando se haya graduado en la escuela donde la Cruz es el instrumento del Señor. ¡Ese día jamás llegará! Cada vez usted llegará a recono- cer más la necesidad de la Cruz. Si usted va en dirección de la plenitud del conocimiento - quiero decir del conocimiento del Señor – y, por lo tanto, hacia una mayor utilidad para Él, necesita tener por seguro que se aplicará el principio de la Cruz cada vez más profunda- mente en la medida que avance.

¡Oh, que Dios escriba esto en nuestros corazones! Pues seguramente todos sabemos de la necesidad de la Cruz; y los que más han conocido sobre ella son conscientes de una mayor necesidad todavía. Hemos visto la terrible tragedia de personas que conocieron el mensa- je de la Cruz en plenitud, y que después de muchos años han sido una contradicción a este mismo mensaje - marcados por la autoafirmación, la autosuficiencia, la impaciencia, la irri- tabilidad, de modo que otras personas no han sido capaces de convivir con ellos. ¿Es usted una de esas personas habitualmente irritables? No me refiero a una de esas personas que a veces es sorprendida en alguna falta. El Señor es paciente con los contratiempos que se producen aquí y allá en el camino, ¿pero somos nosotros personas habitualmente enoja- das, de mal humor, de difícil convivencia? Esto es una negación de la Cruz, que ha destro- zado la vida y la obra de muchos misioneros.

La Cruz se aplicará hasta el fin, y, completamente, en la parte de nuestros errores y las co- sas en nuestra constitución y naturaleza que tengan que ser tratadas; en este venir a co- nocer al Señor para una utilidad aun mayor, iremos de muerte en muerte en este lado de las cosas. Pensamos en algunos conocidos nuestros. Nos maravillamos por la forma en que el Señor ha sido capaz de utilizarlos, el lugar más amplio donde Él los ha puesto; qué riquezas Él les ha dado; sin embargo, más tarde ellos han sido sumergidos en las profundi- dades de la muerte jamás conocidas antes. Evidentemente es para algo más, para algo mayor todavía. Es de esta manera; el conocimiento del Señor requiere esto de manera siempre creciente.

Conocimiento y Utilidad Salvaguardados por la Cruz

Pero, además, no hay lugar seguro aparte de la aplicación constante del principio de la Cruz. La seguridad requiere absolutamente de la Cruz. Nada está seguro en nuestras ma- nos. Cuanto más el Señor bendice, tanto mayor es el peligro. El mayor peligro viene cuan- do el Señor nos empieza a utilizar. Usted puede decir: "Esto no tiene mucho que ver con nuestra santificación." ¡Ciertamente no tiene mucho que ver con la "erradicación"! Bien, aquí está Pablo. ¿Conocía este hombre todo acerca de la Cruz? ¿Usted podría decir que él era un hombre crucificado? Si él no lo era, entonces ¿quién lo era? ¿Conocía al Señor? Y con todo lo que él sabía de la Cruz y del Señor, ¿sabía que la cruz debía aplicarse hasta el final? Él definitivamente va a dejar constancia de eso "... para que yo no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, ¡para que no me enaltezca sobremanera! (2ª Corintios 12:7). Y note que él dice que es debido a la gran revelación que le había sido dada. Él había sido arrebatado al Cielo. Es la cosa más peligrosa que se le confíen las riquezas divinas, en lo que respecta a nuestra carne. El único lugar seguro es donde la Cruz está todavía en operación, tocando todo aquello que es de nosotros mismos, tocando toda nuestra independencia de acción.

Tome a todos los apóstoles tome a Pedro, un hombre que actuaba de forma tan indepen- diente, que se inclinaba a hacer las cosas por su cuenta, a hacer lo que bien le parecía. Es- to lo vemos constantemente. Él es el hombre que actúa sin detenerse a preguntar a nadie. No tenemos ninguna evidencia de que alguna vez haya buscado la comunión con sus her- manos discípulos, para decirles: "Estoy pensando en hacer esto y lo otro; me gustaría que ustedes orasen conmigo sobre esto, y me digan lo que piensan; no tengo ninguna inten- ción de continuar a menos que haya unanimidad entre nosotros". Pedro jamás hacía este tipo de cosas. Tenía una idea, y allá iba él. El Señor lo resumió muy bien cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevarán a donde no quieras" (Juan 21:18). Este era Pedro antes de que la Cruz fuese forjada en él. Pero, véalo después. ¿Por qué, en los primeros capítulos de los Hechos, leemos “Pedro y Juan", "Pe- dro y Juan", "Pedro y Juan''? Bueno, ellos se mueven juntos ahora, hay relación. ¿Es un re- conocimiento de que Pedro sentía la necesidad de cooperación y comunión, de que él ha- bía visto los peligros y desastres a que la independencia le había llevado, incluso cuando sus intenciones y motivos fueron los mejores? Estos son solo destellos de la forma como la Cruz nos toca en nuestra naturaleza impulsiva e independiente, nuestra voluntad propia, nuestra fuerza propia. La Cruz tiene que tratar con todo esto a fin de hacer las cosas segu- ras para Dios, y mantenernos creciendo en nuestro conocimiento del Señor; lo cual, como hemos dicho, está por detrás de todo nuestro valor para el Señor, de toda nuestra utili- dad, de todo nuestro servicio.

La Cruz abre el Camino para el Conocimiento Pleno del Señor

La cruz es el único camino para el conocimiento espiritual. Por importante que sea el es- tudio de la Palabra de Dios en su propio ámbito, para sentar las bases sobre las cuales el Espíritu Santo trabaje, usted jamás llegará al conocimiento del Señor simplemente estu- diando la Biblia. El Espíritu Santo puede usar lo que usted conoce de la Biblia para ense- ñarle mucho, para explicar sus experiencias, para capacitarlo a entender lo que el Señor está haciendo, pero jamás obtendrá este tipo de conocimiento espiritual a través del es- tudio y la enseñanza.

Usted debe estar dispuesto a permitir que la Cruz sea aplicada en su vida, para que sea quebrado, despojado, y reducido a polvo - para que sea llevado al lugar donde, si el Señor no hace algo, usted está acabado. Si está preparado para esto, entonces llegará a conocer al Señor. Este es el único camino. No puede ser por directrices o conferencias. Ellas tienen su valor, pero usted no va a conocer al Señor espiritualmente por esas vías.

El pleno conocimiento del Señor está reservado para nosotros que vivimos en esta dispen- sación, ya que esta última es gobernada por la Cruz. El propio Pedro tiene algo que decir al respecto: "Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles" (1 Pedro 1:10-12).

Aquí tiene usted dos órdenes - los profetas y los ángeles - que no sabían ciertas cosas que han sido reveladas a nosotros. Los profetas conocían mucho, pero buscaban con diligencia saber algo que no podían descubrir. "¿Qué significa eso?", deben haberse preguntado; “el Espíritu de Dios nos hace decir estas cosas, pero ¿qué significan? Ellos buscaron con dili- gencia saber lo que estaba reservado para nosotros. ¿Por qué no podían conocer? Porque el pleno conocimiento está basado en la Cruz, y Cruz no había tenido lugar aún. Los ánge- les también deseaban saber estas cosas. ¿Será verdad? ¡Nosotros pensábamos que los án- geles lo sabían todo! ¿Tendrán los ángeles mucho más conocimiento e inteligencia que nosotros acerca de estas cosas? Ellos no lo tienen. "Cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles". ¿Por qué no saben? Los ángeles no han tenido necesidad de la Cruz; la Cruz no tiene ningún significado personal para ellos. Es sobre la base de la Cruz que se incorpora el pleno conocimiento. ¿Necesita esto más argumentos?

La Cruz garantiza resultados positivos, no solo negativos.

Siendo así, el Espíritu Santo, a fin de llevarnos al pleno conocimiento del Señor y, por me- dio de este conocimiento creciente, hacernos útiles al Señor, debe trabaja constantemen- te a través de la Cruz en principio – y esta es mi palabra de cierre. La obra no es toda ne- gativa, el Señor trabaja sobre una base positiva. Usted puede pensar que el Señor está siempre diciendo NO, que Él está siempre contra de usted, que la Cruz solo quita; pero no, ella es un instrumento positivo en las manos del Espíritu de Dios. Dios está trabajando en un sentido positivo. El hecho es que, si siempre el Espíritu Santo nos lleva a un nuevo co- nocimiento del significado de la Cruz, Él es después algo más. Esta es la ley del Espíritu de vida.

Usted debe recordar que el Señor Jesús, en Su resurrección, no fue dejado simplemente donde estaba antes. Antes de morir Él estuvo en la tierra, y luego murió, y Pablo se refiere a Su resurrección con estas palabras: "y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero (Efesios 1:19-21). La resurrección lo lleva "muy por encima de todo”, y el principio de la resurrección es siempre de reacción se puede bajar muy profundo, más profundo de lo que jamás fuimos antes, pero el Espíritu de Dios está intentando que esto implique estar más altos que nunca antes. Así que, no tenga miedo cuando se sienta muy vacío, acabado, muy cerca del fin. Si ésta realmente es la operación de Su Cruz, entonces será un éxito en lo que el Señor planea para usted y, si tiene éxito, usted estará posteriormente en una posición más elevada que jamás estuvo antes.

La Necesidad de un Ajuste Definitivo con el Señor

Hemos dicho de vez en cuando que la Cruz implica una crisis. Para algunos esto puede ser una experiencia abrumadora, lo más grande que haya pasado en su vida, incluso más grande que su conversión. Esto fue así para algunos de nosotros a medida que avanzamos desde la comprensión del aspecto sustitutivo de la Cruz, donde solo veíamos lo que Cristo había hecho por nosotros, a la comprensión de nuestra unión con Cristo en la muerte, se- pultación y resurrección. Haya tenido usted o no una gran crisis que dividió su vida en dos, usted necesita tener un momento de ajuste con el Señor, donde reconozca que la Cruz es, en principio, una realidad absoluta y global que, más temprano o más tarde, va a barrer de la tierra el último vestigio de la vida del YO, que es el terreno del poder de Satanás. Es lo mejor tener en algún momento esta comprensión: "Me regocijo en el hecho de Tu muerte para mí, y estoy salvo sobre el terreno de esta muerte y mi fe en ella. Sin embargo, yo mo- rí en Ti - este fue Tu pensamiento acerca de mí como un hijo de Adán. Yo no podía sopor- tar tener todo lo que esto significa si hubiese sido traído a mí de una sola vez, pero reco- nozco que esto necesita ser trabajado conforme la gracia lo permita, y que más temprano o más tarde yo tengo que llegar a un fin absoluto; y, por tanto, yo me comprometo con todo lo que Tú quieres decir por la Cruz.”

Una transacción de este tipo es necesaria. No comience a patalear cuando el Señor em- piece a trabajar. Él le toma su palabra, literalmente, pero Él lo hace con un objetivo claro a la vista: llevarlo a un conocimiento más alto y pleno de Sí mismo. De este conocimiento creciente de Él, de esta creciente preciosidad del Señor, surgirá todo servicio real. No es lo que hacemos, sino lo que tenemos: éste es el secreto del servicio.

Preservando los deseos de T. Austin-Sparks con respecto a que se debe entregar libremente lo que libremente se ha recibido, estos escritos no tienen derechos de autor. Por lo tanto, estás en libertad de utilizar estos escritos según seas conducido a hacerlo. Sin embargo, si eliges compartir los escritos de este sito con otros, te pedimos que, por favor, los ofrezcas libremente: Sin costo alguno, sin pedir nada a cambio y enteramente libres de derechos de autor y con esta declaración incluida.