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La Casa Espiritual de Dios

por T. Austin-Sparks

Capítulo 7 - El Graduado en la Escuela de Adopción

Leyendo: Romanos 8:19, 21-23; Hebreos 1:2, 2:5-8, 9-11; 3:1, 7-8; Apocalipsis 12:5

En nuestra previa meditación estuvimos ocupados con la Escuela de adopción como hijos. Ahora vamos a seguir hasta el siguiente nivel.

Vimos algo de la naturaleza, significado y necesidad de una transición de la infancia espiritual a la Escuela de adopción. Esa transición es una experiencia muy real y en extremo profunda para aquellos que entran en ella. Un conjunto de nuevas condiciones del todo desconocidas para nosotros llegan a la par de ese paso hacia adelante en la vida del niño de Dios que marca el paso de la infancia espiritual a la adopción espiritual, a la Escuela de adopción como hijos.

Supongo que la mayoría de nosotros recuerda cuando entramos en una nueva escuela, o cuando la conocimos por primera vez. Todo era extraño, todo era nuevo. Tuvimos que aceptar ciertas cosas desde el principio. Era un mundo completamente distinto: y es así en la vida del niño de Dios. Es un mundo completamente distinto, un conjunto nuevo de condiciones, es algo que nos parece del todo extraño cuando se alcanza ese punto en el que Dios nos acoge como mentor y vemos que ya no somos niños sino que nos llevan a la Escuela con la adopción como hijos en mente; una adopción, claro está, según el significado Divino de esa palabra, no nuestra definición natural.

EL PROPÓSITO DE NUESTRA GRADUACIÓN COMO HIJOS

Ahora vamos a considerar durante un tiempo la graduación de la Escuela de adopción, graduarse de todo aquello para lo que existía la Escuela, todo ese adiestramiento para niños que, como el propio Señor sabe y nos deja saber que Él sabe, es por el momento motivo de tristeza, no de gozo. Pero hay un día de graduación.

La creación entera espera ese día de graduación sosteniendo la respiración y en un suspense interior, el día de la manifestación de los hijos de Dios, el situar de los hijos al que hacíamos referencia en nuestra previa meditación, que es el significado de la palabra “adopción”; no es traer a la familia, sino poner en un lugar a los hijos que han aprobado en esta Escuela. ¿En qué consiste la graduación, y para qué sirve? Es para el Trono.

Porque no sujetó a los ángeles [a ningún ángel del rango que fuese, ni siquiera el más alto rango de arcángeles] el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo:¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le [apartes]?

Esa es la traducción correcta de la última frase; no es “visites” como solemos usar la palabra, sino “apartes”; en una palabra, vemos a ese hombre junto a Dios desde la eternidad para este propósito, que es tener el trono, el gobierno, el dominio del mundo venidero en unión al Hijo de Dios como hijos glorificados por ese Hijo.

Tenemos al heredero en Hebreos 1:2: “...a quien constituyó heredero de todo...” En el capítulo dos tenemos a los herederos: “...habiendo de llevar muchos hijos a la gloria...”

El trono es la meta al final de la escuela, de la graduación, y es a lo que se hace referencia en Apocalipsis 12. El principio de gobierno de Apocalipsis 12 es la manifestación de la adopción como hijos, un hijo varón.

Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones [esta es la adopción]: y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.”

Esa es la graduación.

EL HIJO VARÓN DE APOCALIPSIS 12

Bien, voy a dedicarme a la desdichada tarea de deshacer unos cuantos malentendidos que se ciernen sobre este capítulo. La idea aceptada y firmemente consolidada en lo que concierne a este capítulo es que esta mujer es Israel y este hijo varón es Cristo. No voy a imputar los motivos y razones que tienen los que sostienen esa idea, pero a mí me parece que sólo una mente llena de prejuicios puede sostenerla, una mente que no está dispuesta a aceptar lo que, creo yo, es la verdad patente.

El Libro del Apocalipsis comienza con un pronunciamiento desde los Cielos de que las cosas que se van a mostrar son “cosas que deben suceder pronto”, y ese pronunciamiento se hizo años y años después de que Cristo hubiera ascendido a los Cielos. Hablaba de un futuro. Y eso no es todo, pues cuando Cristo ascendió Satanás no fue expulsado del Cielo como en el caso de Apocalipsis 12, puesto que apenas cuarenta años después de que Cristo hubiera ascendido al Cielo Pablo escribió esta carta a los Efesios, y en el capítulo 6 tenemos una revelación acerca de la naturaleza y esfera de la batalla que lidia la Iglesia: “Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Satanás no fue derrocado cuando Cristo fue arrebatado al trono. En tercer lugar, en referencia al propio Señor Jesús, al dragón no se le pudo arrebatar su presa. El Señor Jesús fue muerto por el dragón, y esto es parte de la grandiosa y gloriosa verdad de que fue por medio de la muerte que Él destruyó al que tenía el poder de la muerte, es decir, al Maligno. Satanás, el dragón, quizás pensó que había asimilado a Cristo, pero para su sorpresa descubrió que él mismo había sido asimilado. Pero el Señor Jesús no escapó del gran dragón siendo arrebatado; en absoluto. El dragón le alcanzó y le mató. Pero ahí se halla la gloriosa soberanía de Dios, y constituye otra línea de verdad por sí misma: la soberanía de Dios hizo entrada ante la presencia misma del triunfo de Satanás. Pero no estamos hablando de esto.

Así pues esta mujer es una paradoja, una contradicción. Al mismo tiempo está en los Cielos vestida de gloria y en la tierra vestida de penas y aflicciones. Está vestida del sol en el Cielo y en el siguiente parpadeo camina fatigosa por la tierra. ¿No es eso precisamente lo que la carta a los Efesios dice acerca de la Iglesia? En los reinos celestes, en Cristo Jesús es bendecida con toda bendición espiritual, y al unísono la carta nos muestra con mucha claridad en su tema central que la Iglesia está aquí abajo y vive en conflicto.

Tiene una senda terrenal y ha de enfrentar cosas aquí abajo a la vez que en los reinos celestes. Aparentemente es una contradicción: gloriosa en los Cielos y al mismo tiempo atribulada en la tierra. Esa es la Iglesia. Pues bien, ¿no es suficiente, aunque aquí haya para mucho más?

Sé que hay otra interpretación; que ésta no era Israel sino Cristo Mismo, y que nosotros somos la simiente de Cristo. Pero esa interpretación se queda ahí. No podemos salir airosos. Sin embargo esta es la posición general que se sostiene entre Israel y Cristo, y digo que no veo cómo puede mantenerse en pie a la luz de siquiera las dos o tres cosas que acabamos de comentar.

Como veis, aquí existe un vínculo. En Apocalipsis 2:26-27 tenemos estas palabras concretas dirigidas a los vencedores en la iglesia de Tiatira: “Al que venciere... yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro.” Entonces en una carta a la iglesia de Laodicea tenemos estas otras palabras: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” El trono para los vencedores y el gobierno de las naciones. Luego esas mismas palabras se reiteran en el capítulo 12 en cuanto al hijo varón arrebatado al trono para regir la nación con vara de hierro. Y no veo cómo se pueden disociar esas palabras de Hebreos 2: “le hiciste (hombre) para tener dominio (ese es el sentido de la palabra) sobre las obras de tus manos.” Por supuesto se da esta unión entre Cristo y los suyos; de eso habla hebreos. “Cristo como hijo sobre la casa [de Dios], la cual casa somos nosotros...”

Así pues, con lo dicho (y creo que es suficiente, no voy a entrar a tratar toda la información y los temas de este capítulo), deseamos llegar ya al fin de nuestra meditación.

La razón de graduarse en la Escuela de adopción es el trono, aquel trono en particular con lo que esto implica en cuanto a la vocación, al servicio, a un propósito en la intención eterna de Dios, y todo se puede ver mientras Dios trata con nosotros, cuando Dios nos saca del cómodo y agradable tiempo de infancia y niñez espiritual donde nos lo hacen todo y nos sitúa en esa experiencia donde el asunto tiene que ser forjado en nosotros y donde, mediante este profundo ejercitar de nuestras facultades o sentidos espirituales, nos hacemos hijos de Dios espiritualmente responsables. Dios trata con nosotros como hijos con todo esto en mente. Ahora, por favor, intentad percibir el significado de eso, lo que ello conlleva. Involucra una o dos cosas importantes.

EL PROGRESO ESPIRITUAL EN RELACIÓN CON EL TRONO Y LA GLORIA DE DIOS

En primer lugar, significa que el ahondar en la vida espiritual, como suele decirse o cualquier otro término que se use para esto, no es un asunto que tan sólo implique una mayor bendición. No es extraño ver que las personas lo reduzcan todo a ese nivel de una mayor bendición y somos tentados en muchas ocasiones en esto mismo en el momento del fuego y de la adversidad, reaccionando ante todo este asunto diciendo, “Bueno, si el Cielo es mío, ¿por qué me tienen que atribular con todo esto, y por qué tengo que pasar por todo esto? Tenemos aquí a una multitud de gente contenta y satisfecha; son salvos y saben que son salvos, y yo, que quiero seguir con Dios, lo estoy pasando fatal. ¡Lo que a mí me parece es que por querer seguir adelante me he quedado con la peor parte del trato!”

Si lo miramos así, meramente desde el punto de vista personal de una bendición, hemos pasado por alto nuestra senda y tendremos problemas; porque, como siempre hemos intentado decir, cuando sales de esta infancia espiritual y entras en la Escuela de adopción te gradúas en referencia a lo que es personal, a lo que es de tu propio interés, y accedes a lo que es para el Señor y no para ti. De ahí en adelante el motivo principal no es lo que yo voy a tener, sino lo que Dios va a tener. Esto es Efesios. “Para que sepáis... cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.” No es lo que yo voy a conseguir ahora: eso ya vendrá, y será bueno que venga, el Señor será fiel; pero consiste en algo más.

Hemos entrado en la escuela en base al eterno propósito de Dios, y el eterno propósito de Dios no empieza y termina cuando nos ha hecho nacer de nuevo. Sólo se alcanza el eterno propósito de Dios cuando ha conseguido situarnos en el trono. Por ello la única consideración es el Señor y los objetivos del Señor, y todo es para el Señor. Habrá una gloria para mí, pero ese ya no es el motivo. Es este grandioso propósito con el cual somos llamados; ese es el principio que lo gobierna todo, y está escrito en los términos que emanan del trono.

Así pues la transición de la infancia a la Escuela de adopción, aún siendo algo doloroso y plagado con toda suerte de dificultades, nos pone en contacto con lo que ha estado en la mente de Dios desde antes de que el mundo existiese en lo que a nosotros concierne. Escogidos en Jesucristo “para que seamos para alabanza de su gloria.” Todos los tratos del Señor con nosotros en esta escuela se hacen teniendo bien en cuenta ese trono.

EL DOMINIO DEL MUNDO: EL PROPULSOR DE LOS ACONTECIMIENTOS DEL MOMENTO

Lo que ahora quiero dejar dicho con un énfasis especial es que este asunto, como lo veo y lo siento —y os dejo a vosotros juzgar si hay verdad alguna en esto— encaja como las piezas de un puzzle en lo que está ocurriendo en el mundo a día de hoy. A mí me parece que este es un momento en el cual este tema está tomando un cariz que nunca antes había tomado; es decir, que el tema del dominio de este mundo, el tema del Anticristo, es algo muy patente. Se trata del control y dominio de esta tierra habitada, y todo lo relacionado con esta nueva corriente enfocada a ese fin consiste en relegar a Dios y a Su Cristo. Es algo que proviene del mal y para discernirlo no se requiere a un predicador de mente espiritual que predique sana doctrina; porque a día de hoy muchos de nuestros líderes políticos lo han visto y utilizan ese tipo de palabras. Hasta donde son capaces de verlo, no sabemos. Pero se dan cuenta de que todo cuanto representa el cristianismo está en juego. Dicen, ¡esto es algo satánico! Y utilizan la palabra en cuestión... Anticristo. Los hombres pueden discernir la naturaleza de las cosas, y nosotros podemos ver, de manera especial según el Señor nos ilumine, el fin de todo esto. Se trata de la mayor y más terrible tentativa para abordar el trono de este mundo que jamás haya habido. Eso es lo que subyace detrás y la meta a alcanzar.

Por lo tanto yo digo que esta palabra es muy apropiada para un momento como este, y me digo y os digo en un espíritu de oración que consideréis si no ha de llegar algún tipo de llamamiento al pueblo de Dios para que reconozca este hecho en referencia a su llamado, es decir, que tienen enfrentar lo que subyace a la situación actual y ahora los santos deben tomar el reino espiritualmente, de un modo espiritual, con el fin de que puedan allegarse al lugar del trono para la era que se avecina.

Quizás nosotros —sin tener un concepto demasiado alto de nosotros mismos, un concepto más alto del que deberíamos tener— ojalá podamos con nuestra pequeña congregación aquí con toda su insignificancia terrenal tenga una importancia que trascienda, viendo que estamos en la sala de audiencias de Dios tratando este gran asunto del dominio de este mundo. De cierto modo nos afecta muy seriamente. Os pido que oréis acerca de esto con fervor y constancia para que pueda haber un estremecimiento en novedad del Espíritu de Dios dentro del círculo de su propio pueblo, para que este hijo varón venza y tome el trono. Queda bastante claro en Apocalipsis 2 y 3 que no todos llegan a esa posición y, al igual que estas exhortaciones y advertencias contra Israel que perdió su meta en el desierto, cayendo a medio camino, la Iglesia es advertida para que tenga cuidado de no caer en la misma calamidad. “Si hoy oyéreis su voz, no endurezcáis vuestros corazones.” Me pregunto si alguno de nosotros tiene un corazón endurecido, no en contra del Señor en general, sino en contra de esto.

Os endurecéis al usar unos términos concretos. ¡Ah, de qué manera tratan de cerrar las personas la puerta colgando etiquetas! Deshaceos de los términos. Si queréis, llamadlo Arrebatamiento Selectivo; yo no lo llamo así. Si queréis, llamadlo el Testimonio de los Vencedores. No hay diferencia, es una interpretación, ¡es una enseñanza en particular! Bueno, eso es endurecer el corazón. Pero, ¡qué ocurriría si fuera cierto! Tenemos que enfrentarlo de una vez por todas. ¿Hay un atisbo de que esto sea verdad? Si lo hay es algo increíble, pues lo más importante en la historia de este mundo está vinculado a ello, nada menos que el dominio, el trono. Sugiero que hoy puede haber una buena oportunidad que nos lleve a abrir la puerta de las posibilidades, de los supuestos.

UN ASUNTO A ESTUDIAR Y LA NECESIDAD DE UN CORAZÓN ABIERTO

Sabéis que ciertas naciones próximas a la nuestra están sufriendo una miseria indescriptible, pues hace casi siete años les dijeron que una propaganda secreta circulaba dentro de sus fronteras, escurriéndose con sigilo y sutileza para llegar hasta arriba, pero no se lo creyeron. Les dijeron en qué acabaría, el objeto final, cuál sería el resultado, y ellos dijeron, ¡no, imposible! Os pregunto: si hace nueve meses se hubiera levantado un profeta en algún lugar importante de este mundo y hubiera profetizado la historia de los siguientes nueve meses, ¿qué le hubiera ocurrido? Siete u ocho países serán pisoteados y sorprendidos, ¡y luego vendrá la terrible caída de Francia! Le hubieran metido en un asilo para lunáticos o le habrían linchado, le hubieran hecho callar por razones de seguridad ciudadana. Pero ha sucedido: lo increíble ha ocurrido y está ocurriendo. Nadie lo cree ni lo acepta. Mirad cuánto sufren por haber dicho: ¡Imposible! ¡Ridículo!

Ah, os digo que esto debiera ser una lección para nosotros. Es un truco de Satanás. Forma parte de su estrategia, obrar sutilmente y al mismo tiempo hacer creer a la gente que no ocurre nada, que todo está bien; obrar bajo cuerda hacia una desintegración interna y el tropiezo de todo un pueblo, al tiempo que por fuera se barniza de hermosos discursos. Este método es satánico, y una y otra vez Satanás ha obtenido su ventaja estratégica usando esos mismos medios. Y os digo que al menos tendríamos que llegar a una situación como esta y decir, bien, cabe dentro de lo posible que sea verdad, y si existe la más remota posibilidad de que sea cierto ¡es algo tan trascendental que haríamos mejor en prestarle atención! Sé que muchos se las han apañado para escurrir el bulto pero lo digo una vez más desde la posición más humilde que se pueda hacer esta súplica, que, después de todo, a lo mejor la Palabra de Dios es cierta. A lo mejor esta es la verdadera revelación del pensamiento e intención de Dios; que Él escogió a un pueblo, una compañía que ha venido a llamarse Iglesia, Él escogió a esa compañía, a ese Cuerpo, a esa entidad corporal en Cristo antes de que el mundo fuera, teniendo en mente que se allegara en el fin a la hora de tomar el trono como vasija e instrumento Suyo para gobernar Su universo. Sólo digo que puede que sea cierto. Cuanto os pido que hagáis es que consideréis la posibilidad de que sea cierto, y si tan sólo asentís a eso os veréis obligados a deteneros en seco: luego veréis que esto es verdad en lo que concierne a la Escritura y a la experiencia del pueblo del Señor de una forma espiritual. Dios está haciendo algo concreto en Su pueblo, al menos en muchos de los que siguen adelante con Él, aquellos de los que hablábamos en nuestra previa meditación que están marcados por una voluntad de propósito hacia Dios.

En estos Él empieza a hacer algo profundo, extraño y doloroso, el fin de lo cual jamás, jamás se alcanza en esta vida terrenal, en cuyo valor nadie entra durante su tiempo aquí en la tierra. Tiene una meta: es la preparación de los hijos para ser adoptados para tomar el trono; y os exhorto para que oréis en cuanto a vuestro propio lugar en esto, y que oréis por un movimiento del Espíritu de Dios dentro del perímetro de Su pueblo para producir a este hijo varón. La Iglesia se mueve como un todo con paso firme hacia estos dolores de parto.

¿No oraréis pues para que el pueblo del Señor sea iluminado en este asunto, iluminado en cuanto a lo que este asunto significa? Versa entre un Cristo y un Anticristo, entre la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo y todo el sistema del Anticristo; pues está bastante claro que el Anticristo, aunque sea un individuo opuesto a Cristo de forma personal, también consiste en una iglesia, en un sistema, un sistema terrible. Satanás tiene su iglesia enfrentada a la Iglesia de Cristo. Bendito sea Dios, tenemos esta certeza, “¡Construiré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella!”

UNA EXPLICACIÓN DE ESTA PREPARACIÓN MÍSTICA Y DOLOROSA.

Bien pues, este es el asunto que está sobre la mesa en esta Escuela de adopción, es decir, el trono. Mis queridos amigos, quiero asirme de esto en mi propio corazón, y quiero que vosotros os aferréis a ello. Veis, tenemos la tendencia de hacer de nuestro peregrinar sobre esta tierra el blanco de nuestras vidas; me refiero a dar importancia a lo que estamos capacitados a hacer, a cuánto hacemos, llevamos a cabo y conseguimos en nuestra vida, y cuando descubrimos que el Señor nos encierra y nos limita, que aparentemente nos pone cepos, cuando el hierro penetra en nuestra alma como en José bajo la tensión y la presión de lo que eso significa, a menudo sucede que empezamos a pensar que hemos perdido el rumbo. La vida sigue su curso y todo es infructífero; no estamos haciendo nada. Hay otras personas que están haciéndolo, nosotros no. Es así que le damos tanta importancia a esta vida presente en términos de lo que somos capaces de hacer, como si en eso consistiera todo, cuando (y esto, claro está, no es argumento a favor de nuestra negligencia) en tantas ocasiones el Señor ha conseguido Su mayor efectividad en aquellos que han sido bloqueados, cuando han sido incapaces de hacer nada en el exterior.

¿No es verdad en cuanto al propio Pablo? Oh sí, lo es, y Pablo, como a menudo hemos señalado, fue el vivo retrato de la revelación que le fue dada acerca de la dispensación de la Iglesia, y cuando llegamos al final de su vida tenemos a Pablo, aquel que había tenido un ministerio tan amplio, aquel que había podido hacer tantas cosas, tenemos a este hombre, con tanto provecho depositado en él, puesto en prisión. Pero tenemos la esencia concentrada del valor emanado de aquellas experiencias de prisión. Tenemos la carta a los Efesios, y por ello merece la pena que Pablo fuera a prisión, y cuanto se asemeje a ella merecerá la pena de todo cuanto padecemos en la Escuela de adopción, la cual supone que una buena parte de lo que hay aquí en la tierra se cierre por completo con tal de que lo celestial se haga mucho más real y valioso como una expresión en nosotros y a través nuestra.

No obstante digo que quiero que esto empape hondo en mi corazón, en vuestros corazones, que al Señor le importa poco —por favor, no me malentendáis— que al Señor no le importa demasiado lo que seamos capaces de hacer en esta vida. Le preocupa mucho más la medida de Cristo a la cual nos puede llevar en esta vida... “hasta que todos lleguemos... a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4:13). Cristo corporalmente será el que vendrá a tomar el reino de este mundo en los días venideros, y es para eso —la plenitud de Cristo— que Dios ejecuta una obra memorable en nuestra experiencia, y eso es lo que más importa. Es lo que más nos cuesta aceptar; es algo en extremo difícil de ser aceptado por cualquier tipo de temperamento activo. Para algunos es un martirio no estar haciendo algo. Puede que sea la forma en que Dios consiga incrementar a Su Hijo en Sus miembros, la paciencia de Jesucristo, entre otras cosas.

Dios tiene en mente esta epopeya. El asunto surge con una fuerza e intensidad inusitadas a medida que nos acercamos al grandioso final. Con miras a responder a Satanás, para tener Su respuesta en un Hombre corporal, Dios tiene que prepararnos a vosotros y a mí, a una compañía de Su pueblo para tomar el trono, para ser recibidos por Dios y por Su trono en los cielos, para gobernar a las naciones con vara de hierro. Esto, claro está, hace referencia al mañana, al mañana de los tiempos quiero decir, y hay algo aún más allá, es decir, nuestro reinar junto a Él por siempre, que es otra forma de reinar. Ambiciono antes el día que está más allá del mañana que el día del mañana. Gobernar con vara de hierro puede que nos atraiga de un modo natural, pero más nos vale que tuviéramos el glorioso reino donde nada requiera una vara de hierro. “A aquel... sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.” (Efesios 3:20—21)

No es poca cosa el resultado de acudir a la escuela durante unos pocos años y sufrir como estamos sufriendo. Es fácil decirlo, pero es algo doloroso esta escuela. El Señor sabe lo que hace con nosotros. Se trata de este asunto de vencer, y a la luz de esta escuela o esta enseñanza escolar somos capaces de apreciar esta palabra “vencedor.” Hay mucho por vencer. Tenemos que sobreponernos a muchísimas cosas, y sobreponernos a muchas cosas nos está guiando a sobreponernos al Diablo mismo y a su reino. Pronto, en la hora gloriosa en que los hijos sean manifestados, cuando el hijo varón ascienda para ser recibido en los cielos, la creación ha de ser liberada de la esclavitud de la corrupción.

Contemplad pues el significado del día en que vivimos. Contemplad el sufrimiento en el que aún habremos de profundizar más, y cómo ha de venir a ser la respuesta de Dios a este obrar de Satanás que ha estado en acción desde que hizo la tentativa al lugar que corresponde al Heredero de Dios, el Heredero de todas las cosas. Ha estado ocurriendo desde que Satanás hizo esa tentativa y fue expulsado desde los reinos celestes superiores a los inferiores, y ahora ha sido desvelado de un modo nuevo. Es lo que es y tú y yo, como parte del Cuerpo de Cristo, somos llamados a ser la respuesta de Dios para eso, y ha de serlo ahora de un modo espiritual. Dentro de poco será de una forma plena que los santos tomarán literalmente el reino y llegará Aquel que tiene el derecho a reinar. El dominio será entregado a los santos del Altísimo.

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