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Sino que os Habéis Acercado al Monte de Sion

por T. Austin-Sparks

Capítulo 6 - UNA SACUDIDA FINAL

Señor Jesucristo, nosotros buscamos tu rostro. Está escrito: "La luz de la gloria de Dios está en el rostro de Jesucristo". ¡Oh Tú, que perdiste, por causa de un momento terrible, el aspecto de Tu Padre, a fin de que nosotros, que jamás hubiéramos podido llegar allí, pudiéramos recibir y permanecer en la luz del rostro de Dios, haz que esta mañana nos traiga esa muy bendita herencia a través de Tu cruz. El rostro, la forma, la complacencia, la presencia de Dios. Que este hecho sea realmente un tiempo en el otro lado del velo, cuando vivimos en la luz de la faz, el Rostro del Señor. Señor Jesucristo, en todo este grande y maravilloso significado, ahora buscamos Tu rostro. Mientras esperamos en Ti, muéstranos tu rostro. Por amor de tu nombre, Amén.

En esta hora final de esta ministración particular, es necesario buscar una gracia especial para reunir y concentrar todos lo que se ha dicho durante esta semana. Pero pienso que tal vez debería decir que siento que la dirección del Señor es reunir y concentrar todo con una parte de esta carta a los Hebreos, que tenemos ante nosotros. Como la carta está llegando a su fin, llegamos a esa parte que está marcada como el capítulo 12, y es en los versículos 25 al 28 que dice: "Mirad que no desechéis al que habla". Recuerda que al comienzo es: "Dios nos ha hablado por Su Hijo".

“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase, aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”.

El significado es, pues, un reino que no puede ser sacudido, como lo hemos estado tratando de ver y mostrar. La importancia de esta carta para el momento actual es el "mucho más", es decir, en esta dispensación que ha llegado con Cristo, el sacudimiento, en primer lugar, del lado de las cosas de la tierra, y entonces el sacudimiento de las cosas del cielo.

El lado de la tierra, en mi opinión, tenía una especial referencia a lo que justo había acontecido en el antiguo, tradicional, e histórico judaísmo. Esta carta fue escrita probablemente en el año 69. Yo no puedo ser positivo al respecto, porque todos los expositores y los eruditos están divididos acerca de quién la escribió y cuándo fue escrita. A quién fue escrita exactamente, no tienes que preocuparte por eso, pero estoy bastante seguro de que estaba relacionada con lo que el Espíritu Santo sabía que estaba por acontecer en el judaísmo histórico y en el Israel terrenal. La probabilidad es que esta carta haya sido escrita en el año 69, y tú sabes lo que ocurrió en el año 70. Si eso es cierto, fue una muy corta distancia entre la redacción de esta carta y la destrucción de Jerusalén, destrucción que fue tan absoluta, y tan terrible. Algunos de ustedes, especialmente los pastores, se han leído Flavio Josefo, y si lo han hecho, la sección sobre la invasión y la destrucción de Jerusalén es una de las cosas más terribles que se puede leer en la historia. Eso aconteció en el año 70, cuando todo en Jerusalén fue devastado y desolado, y la judíos dispersos, como lo dice Pedro: "en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia", y en otras muchas partes. El lado de la tierra fue ciertamente sacudido, y no sólo sacudido, sino derribado y devastado, y de eso aún no se ha restaurado nada. No hay templo. No hay un Israel integrado en la tierra.1 Este es el lado de la tierra, y esta es la profecía, como ustedes lo saben, sacado del Antiguo Testamento, que decía que todo esto sucedería.

Es interesante, muy interesante, significativo e instructivo, regresar a la configuración de esa profecía para observar el escenario de la misma en la historia de Israel, para ver las condiciones que se plantean en el tiempo de Hageo. La profecía se ha tomado, y se ha traído hasta aquí muchos, muchos años más tarde, y aplicada a la situación referida en esta carta a los Hebreos, en aquel momento de crisis, acerca de la devastación de la tierra. Por supuesto, se aplica en particular a la sacudida de la Jerusalén terrenal, y la tierra de Israel. Decimos eso y lo dejamos así, pero eso es sólo la mitad de la frase: "Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra (y el lado tierra), sino también el cielo".

Así que, a la luz de lo que el Señor ha dicho en esta semana, y a la luz de esta carta en su contenido total, estamos en lo cierto al decir que el cristianismo, que es el otro lado, si se quiere, el lado de los cielos, estará también sujeto a esa sacudida. Tal vez no estemos muy errados si decimos que eso ha comenzado. Está en actividad, se está llevando a cabo, se está extendiendo. Sin embargo, tú puedes pensar que no ha llegado a tu país todavía. Bueno, si estás hablando de cosas puramente materiales, de las economías externas, puede que haya pocos síntomas de eso, pero espiritualmente, esto está en marcha en el mundo entero. Es el sacudimiento de la cristiandad, el sacudimiento de lo que podríamos llamar el lado celestial de las cosas, tan diferente de la histórica, el Israel terrenal.

Pero el punto es que hay un sacudimiento universal que tendrá lugar en la economía de Dios, en el soberano ordenamiento de Dios; una conmoción universal. ¿Para qué? Aquí se dice que a fin de que no haya nada más que lo que Dios mismo ha establecido. Observa la pequeña frase: "Como cosas hechas" (Hebreos 12:27). ¿Quién los hizo? ¿Quién hizo esas cosas? Las cosas hechas. Las cosas que Dios hizo, las ha hecho y ha establecido, son las únicas cosas que finalmente permanecerán, y esa es la finalidad de la conmoción.

Ahora bien, esta carta es una completa comparación y contraste (o discriminación) entre lo pasajero y lo permanente, entre lo temporal y lo espiritual, entre lo terrenal y lo celestial.

Esa es la Carta a los Hebreos. Eso es lo que hemos venido enfatizando a través de todo este tiempo –el "no" enfatizado. Un rotundo "NO": "Vosotros no os habéis acercado". Y el "SINO": "Sino que os habéis acercado". Dos grandes y rotundas órdenes, economías, soberanías, como tú quieras llamarlas, toda esta carta tiene que ver, por un lado con las cosas transitorias y que no tienen continuación, y por el otro lado, con las cosas permanentes y que siguen siendo "que (para que) las cosas que no pueden ser removidas... [aquí está tu "que" de nuevo]... para que queden las (cosas) inconmovibles". Esta es la comparación y el contraste, o la discriminación, que se realiza en esta carta como un todo.

Aquí, como una especie de paréntesis, permítanme poner esto. Es importante que recordemos que esta carta fue escrita para un pueblo que durante mucho tiempo había mantenido la posición de un pueblo que Dios había separado del mundo para Sí mismo, mostrando que es posible que un pueblo olvide el camino. Es posible para tal pueblo que haga de su posición algo terrenal, sólo terrenal, ligada a la tierra. Y esta es la tendencia que se palpa en esta carta, no sólo a Israel, sino también a los cristianos. Esta es la carta del "llamado de lo alto". Este es el lado celestial. Este es el nuevo Israel que Dios ha sacado del mundo para Sí mismo y por Él mismo; pero a través y por medio de esta carta se ejecuta este recordatorio de que un pueblo que por tanto tiempo fuera separado por Dios y para Dios, al final acabó perdiendo su objetivo, perdió su camino, no llegó. Todo el capítulo tres trata sobre eso. "Ellos no pudieron entrar; perecieron en el desierto".

¡Oh!, ignora las divisiones en capítulos y mira el capítulo tres.

Ahí tienes al pueblo que no pudo entrar, que pereció en el desierto. "Y vemos que no pudieron entrar" –es la palabra– "a causa de la incredulidad". Este es el capítulo tres, pero el capítulo cuatro se abre, y tú no vas tan lejos en el capítulo cuatro, antes de tener lo siguiente: "La palabra de Dios es viva y eficaz , y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y espíritu" (v. 12). No voy a disertar sobre esto, pero el punto es que ellos perecieron en el desierto porque no lograron discernir entre el alma y el espíritu. Ellos no entendieron la doctrina, por supuesto, y, en efecto, vivían basados en sus almas. Es decir, ellos vivieron en su propia vida, en la auto-dirección de todo. Ahora, ¿cómo nos afecta esto a nosotros? ¿qué podemos sacar de esto? ¿qué significa esto en nuestros intereses? El yo, la vida propia es la vida del alma. El espíritu no es eso. El espíritu está en Dios, es la vida de Dios.

Sin embargo, esta división no se hizo en el desierto, y aunque hubiesen sido libertados mediante una poderosa obra de Dios, y convertirse en el pueblo de Dios, separados para Él, sin embargo, debido a que persistió en ellos en lo que hoy llamamos en los términos del Nuevo Testamento "la vida del alma", porque, como en el pueblo de Dios no había diferenciación entre la vida del alma y del espíritu, porque no había ninguna distinción entre las dos como lo de los "dos filos" de la espada, que corta por ambos sentidos, el de arriba y el de abajo, porque no había claridad entre la vida del yo y la vida del espíritu, ellos perecieron en el desierto. ¿Y tú me dices que esta no es una posibilidad para los cristianos? Ese es el punto de la carta, ya lo ves. Ignora la división entre el capítulo tres y el cuatro como divisiones simplemente mecánicas, y sigue adelante donde pregunta: ¿Por qué ellos perecieron en el desierto? ¿Por qué no pudieron entrar en el reposo? ¿Por qué? Debido a que no había esta clara distinción entre el yo y el Señor, entre alma y espíritu.

Alma y espíritu, esta es una cuestión amplia acerca de la que hemos oído demasiado. Creo que hay mucho que hablar de eso ahora. Esto se ha convertido en un tema muy fascinante. Tú nunca capturarás la atención de las personas de manera más rápida y mentalmente que cuando empiezas a hablar en torno del alma y del espíritu. Es un asunto muy interesante, que subyuga lo mental, es lo más fascinante. Estoy llegando al lugar donde quiero hablar acerca de las cosas y no de los nombres, el significado y no el lenguaje o la terminología, sin embargo, esto es lo planeado.

Ahora, como lo puedes ver, lo que estoy diciendo es que esta carta fue dirigida a un pueblo que durante mucho tiempo había mantenido la posición de un pueblo separado para Dios, pero que finalmente erró el camino y perdió la heredad, perdió el significado de su separación, por causa de lo terrenal. Un judaísmo ligado a la tierra, y Dios dice: "Yo conmoveré" eso, "Yo haré temblar" esa mundanalidad, y la "haré temblar" tan devastadoramente que no habrá ningún templo, ni Jerusalén y ni abrigo para la nación absolutamente, todo será quebrantado.

"Yo haré temblar" ese lado de la tierra; y Él lo hizo, y lo ha hecho, y esto ha acontecido en todos estos siglos.

Pero Él no se detiene ahí. Entonces, Él se va hacia el otro lado: "Yo voy a sacudir esta otra cosa, también este cristianismo".

El cristianismo vino desde el cielo, el Espíritu Santo enviado del cielo, pero ¿qué han hecho los hombres con el cristianismo? –Lo bajaron a la tierra, lo amarraron a la tierra, lo hicieron algo terreno. El Señor, previendo eso, profetiza: "Yo haré temblar" esto también, "Yo haré remover", eso también; y al cristianismo como un sistema meramente terrenal, lo voy a meter en el crisol de fundición; eso irá al fuego, y sólo lo que es celestial y verdaderamente divino, del Espíritu de Dios, va a sobrevivir y salir.

¿Ves tú la fuerza de esta carta? Por lo tanto, si tú sigues a través de esta carta, encontrarás que está dividida en dos líneas: la línea de la precaución, de alerta, y la línea de la resolución. He aquí un pequeño estudio de la Biblia para ti.

Prosigue y señala las nueve veces en que aparece la palabra "temor". "Para que no", “En primer lugar”, “por miedo de”, “no sea que”. “pues que”. “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado" (Hebreos 4:1). “Para que no, por miedo de". Nueve veces es utilizada la frase que conlleva la idea de "temor" a través de la carta. Busca esta palabra y observa su contexto. "Para que no, por esta razón, pues que, no sea que"; nueve veces "no sea que" expresa una precaución y advertencia.

Y también, diez veces tú tienes la frase que encierra la idea de "dejemos que",2 y conectada con la frase "por lo tanto" está una amonestación a tomar una resolución, una decisión. No te adelantes, tú no puedes dar nada por sentado sobre esto. Tú no puedes llegar allá a la deriva, y este es el primer "por tanto". "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos 2:1). "No sea que por cualquier motivo os desviéis de ellas, es el desvío".

Ese es el verdadero lenguaje. Tú estás a la deriva, pero detrás de este lenguaje está una imagen que es muy simple, pero muy, muy clara en su implicación.

Yo solía ser un navegante en Escocia, y salíamos en el velero en nuestra jornada, pero el momento más ansioso, el momento más tenso era cuando volvíamos a recoger nuestras amarras en el muelle. Si la corriente marina fluía con fuerza, y si el viento era fuerte, había la posibilidad de perder nuestras amarras.

Tienes que enfrentarte con poder, bajar tus velas, mantener tu cabeza hacia las amarras, y entonces todo el mundo mira hacia aquel con el bichero en marcha en la proa, alguien acostado en la cubierta con las manos extendidas para apoderarse de las amarras, para cogerlas y sostenerlas, porque la marea o la corriente que fluye te tiraría al mar si no te aferrases. Aquí había tensión. El peligro era que tú perdieses la nave y la dejases escapar, y hubiese rocas por ahí. Tú te podrías desviar. Tú podrías perderte y e ir a la deriva, llevado por la marea o la corriente o el viento. ¡Oh!, era un momento de tensión. Lo tuviste y lo prolongaste y fueron capaces de sacar el barco del atracadero y tomar decisiones más rápidas. Entonces, desaparece la tensión. "Hemos llegado a casa. Todo está bien ahora. Todo está bien". Ahora esa es la imagen que aquí se utiliza realmente.

"Para que no nos desviemos". A la deriva... deriva... desvío. "Por lo tanto". Aquí está la precaución, ¡cuidado!

Todo esto, esta plenitud y finalidad en Cristo ES traído y presentado con los versículos uno y dos del capítulo uno. Y toda esta plenitud y finalidad está en esta carta, la gran herencia, un tremendo "todo", y la primera advertencia es: “Tú podrías ser arrastrado, tú podrías ser llevado al final y arrastrado por la corriente, por el viento actual. No os dejéis llevar”. Ahora Pablo lo dice de otra manera: "llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error" (Ef. 4:14). Esa es la misma cosa. Esta es una ilustración de los "no sea que", y hay nueve de ellos. "Para que no vayamos a la deriva" (etc), y sobre y al lado de eso está la exhortación "Vamos". – "Mantengamos firme, vamos a echar mano, vamos a seguir adelante". Y yo estoy sólo colocando otro fragmento, porque creo que es ilustrativo, y puede tener un punto de aplicación, "no sea que", por el engaño del pecado, seamos destruidos.

El Engaño del Pecado

El engaño del pecado. –¿Alguna vez has pensado en eso? ¿Qué es el engaño del pecado, si la palabra "pecado" es una palabra de gran significado? Ahora bien, no se debe reducir a uno de sus significados. El pecado tiene muchos aspectos.

Funciona de muchas maneras. Tú puedes llamar pecado a esto y pecado a aquello y a otras cosas, y llamar pecado a mil cosas.

Sí, pero sólo son aspectos de algo único. ¿Cuál es el significado de la palabra "pecado" en la Biblia? Errar el blanco. Tú puedes errar el blanco a causa de esto o aquello, o de muchas cosas, pero al final el resultado es esto: tú has errado el blanco. El pecado, en su acepción integral, es "errar el blanco". Es el engaño del pecado de lo que subvierte su proceder y lo desvía del blanco correcto; de ahí que Pablo al blanco le llame "la meta, al premio del supremo llamamiento; la soberana vocación".

"Errar el blanco"; el engaño lleva a subvertir el orden. Tú puedes preguntar: "¿Qué quieres decir tú con ese engaño?" Bueno, para mí, por el momento, para este propósito en esta mañana, es la política en el lugar de principio. No hay nada más subversivo, y espiritualmente más injurioso, que la política –el ente político. ¡Oh!, cómo he visto tragedias en la vida de los hombres de Dios, siervos del Señor, en esta área. He conocido frente a frente a los hombres con íntegro propósito de Dios, pero tenían una posición en el mundo cristiano, y este pleno propósito requiere una gran cantidad integral de regularización, de ajustes en cuanto a la posición, ajustes en cuanto a las relaciones. "Si yo hago eso, mi gran puerta de oportunidad para el Señor estará cerrada; si hiciere eso, perderé mi influencia para con el Señor; si tomare esa camino, tal vez me enrede tanto que tendré que afrontar la pérdida de mucho de lo que tiene significado para el Señor; soy una persona responsable de una organización que de alguna manera u otra tiene que obtener el apoyo, y ahora, si yo tomare tal o cual línea de pensamiento, como se ha indicado, voy a perder mi clientela, y voy a perder mi soporte financiero. Voy a perder mi apoyo financiero. "Todo eso es política, política paralela a lo que Dios ha indicado, y la cuestión es: ¿Confío en el Señor para cuidar lo que es de Él? Ya no estoy interesado en nada que no sea del Señor, pero si es así, ¿puedo confiar que el Señor cuidará de todo mientras yo le obedezco, y sigo el camino que Él me indica, o debo agarrarme de las oportunidades, de las puertas abiertas, y las influencias en pro del Señor y tomar este otro camino? ¿Puedes ver lo que quiero decir? –El engaño de errar el blanco; y he visto más de una tragedia, que después de años (esto es tan evidente para todo el mundo) este hombre ha perdido el camino. Ese hombre pensó en algo más, algo distinto.

El Señor significaba algo para este hombre, pero entró la política y él argumentó diciendo que él estaba defendiendo los intereses del Señor. El engaño del pecado, y esta carta dice: "Para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”

(Hebreos 3:13); la política en lugar de principios. ¿Se aplica esto en cualquier lugar? Sí, es necesario, como lo puedes ver, para entender bien todas estas enseñanzas.

El Inconmovible y el Inmutable –Lo último es la Medida de Cristo

Aquí estamos de nuevo. Hebreos, la Carta a los Hebreos, es una declaración de lo que es perdurable y permanente, en contraste con aquello que es pasajero y transitorio. ¿No es esto un asunto importante?

¡Seguramente lo hace sumamente importante! Lo que puede ser removido y lo inquebrantable. El Nuevo Testamento se compone de veintisiete libros, y la mayor parte de ellos fueron escritos para luchar contra alguna forma de esfuerzo universal para destruir lo que había venido con Jesucristo. ¿Quieres que repita eso? La mayor parte del Nuevo Testamento fue escrito para luchar contra alguna forma de un esfuerzo universal para destruir lo que había venido con Jesucristo. Esa es una afirmación que es muy compleja, y tú tienes que fragmentarla y aplicarla a cada libro del Nuevo Testamento. "¡Oh!", dices tú, "¿entonces qué? ¿Mateo y Marcos, Lucas y Juan y los Hechos y demás, fueron escritos para combatir contra algo?” –Sí, y cuando tú tomas eso como la clave, palabra mía, ¿no estamos en un combate en Mateo? ¿No está el Señor Jesús en un combate en Mateo y Marcos, Lucas y Juan?

Se trata de una atmósfera de combatividad, de conflictos, de antagonismos. Esto es también verdad en Hechos. Y así continúa eso en las cartas. En las cartas, en cada una de ellas, hay algún tipo de esfuerzo universal con miras a destruir aquello que había venido con Jesucristo. El Nuevo Testamento es una completa oposición a las muchas tentativas de muchos lados para subvertir la Iglesia y de pervertir el significado del Hijo de Dios. En esa declaración, tú tienes tu Nuevo Testamento en su sentido real, y, entones, trata de apoderarte de esto, querido amigo, desde este ángulo.

Ahora, el principal punto de ataque en este esfuerzo global o universal, siempre ha sido, y sigue siendo, la medida de Jesucristo, la medida de Cristo. Las fuerzas enemigas dicen: "Debemos, en primer lugar, mantenerlo fuera para siempre, no darle posición". Esa es la batalla de las edades y de las naciones.

Tan pronto como tú traes a Jesucristo a una vecindad, surge un problema, comienzan los conflictos. Tú debes mantenerlo fuera. ¡Oh!, mira cómo fue con Pablo cuando iba de ciudad en ciudad. Difícilmente está allí, con dificultad decía algo, y mira lo que acontecía. Yo no sé cuánto él había dicho en Filipos –lo que él había dicho, lo había dicho apenas a un puñado de personas, en las afueras de la ciudad–; no sabemos exactamente cuántos estaban a la orilla del río, y entró en la ciudad, no predicando, hasta donde sabemos, no planteando cuestiones; pero el diablo lo sabía. El diablo estaba en posesión de aquella doncella, aquella sacerdotisa, la mujer sacerdotisa del templo, y cuán sutilmente son pronunciadas las palabras: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación" (Hechos 16:17). ¿Por qué? ¿El diablo está predicando el Evangelio? ¡Parece como si el diablo mismo estuviese glorificando al Señor Jesús! Ah, hay algo muy sutil ahí, como lo muestra el texto. Pero el punto es este, es desde el mundo invisible donde es reconocida y poseída la verdadera inteligencia de la importancia de Cristo, existe esta combatividad que viene donde quiera que esté un representante de Cristo, o llega lo que en efecto es de Cristo. En este lugar los problemas surgen inmediatamente. La idea es, "mantenerlo fuera, mantenerlo fuera; y si ya ha llegado, echarlo, arrastrarlo fuera. Hacer todo lo posible para sacar aquello que es de Jesucristo, si Él ha llegado cualquier lugar".

Pero entonces, eso no es todo. El plan no es sólo echarlo, sino subvertir a aquellos que son la expresión de Su cuerpo aquí. El plan consiste en derribar, subvertir, engañar, para desviar, para poner una enseñanza falsa, falsa ideología cristiana, que es "otro" en su esencia, lo que no es esencialmente Cristo, algo que se viste de Cristo, un Cristo más, algo sobrepuesto. Hay muchas cosas que se están imponiendo sobre el cristianismo con toda buena intención, pero que no son la esencia de Cristo. Ese es el punto de ataque. El ataque es para de cualquier manera impedir, para eliminar, o para limitar la medida de Cristo. Y tú sabes, querido amigo, que es la medida de Cristo lo que rige todo. No sólo que Cristo ha entrado, sino la medida de Cristo.

Eso es Efesios. Lo último es la medida de Cristo.

La medida de Cristo; y si tú fueses a usar esa palabra "medida", serías siempre transportado a Ezequiel. ¿Cuál es el final de Ezequiel? Es el templo. Ahora, no estoy exponiendo ninguna interpretación sobre eso, si eso va a ser literal y los sacrificios del Antiguo Testamento serán restaurados. Tú puedes tener tu propia interpretación al respecto; yo no voy a tocar eso, pero lo que tengo que decir ahí es que cuando aparece el templo, se trata de un templo celestial, y el mensajero celestial tiene su caña de medir, y tomando al profeta lo llevó en torno al templo. "Me llevó allí, me puso sobre, me llevó alrededor, me tomó en, dentro y hacia arriba". Cómo lo detalló, cómo es meticulosamente detallado eso en cada punto, cada fragmento, cada átomo, habida cuenta de una medición. Y la medida es dada de acuerdo con esta medida, esta caña de medir celestial. El templo es medido por ella. Su lugar es sólo por razón de tener esa medida, y creo que se encuentra justo en el corazón de la Carta a los Efesios y el Nuevo Testamento, y de esta Carta a los Hebreos.

Espiritualmente, hemos llegado a una Nueva Jerusalén, hemos llegado a la morada del Dios Altísimo. Hemos llegado a Sión. Hemos venido a eso que Ezequiel vio espiritualmente –a un templo espiritual. Hemos llegado ahora a aquello que en cada detalle es medido " de acuerdo con Cristo". Nos preguntamos: "¿Es esto el Cristo? ¿Cuánto de Cristo hay aquí? Conforme “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:13), ese es el comienzo de Hebreos, así como de Efesios. Y así, el punto principal del ataque es siempre remover algo de Cristo, poner distancia, desviarse de Cristo, poner algo en el lugar de la esencia, de lo esencial de Cristo. De todos modos, sea lo que fuere, siempre y cuando el final de aquello sea menos que Cristo, no tanto de Cristo, no más de Cristo. El ataque tiene que ver, entonces, con el Señorío de Cristo en todas las cosas.

¿El Señorío de Cristo? Nos hemos acostumbrado a abrir nuestras reuniones con el canto: "Coronadlo a Él, Coronadlo a Él Señor de todo". ¡Adorable idea, bello pensamiento, algo maravilloso!

Pero, ¿puedes ver tú lo que esto significa? No sólo la cosa como un todo, este maravilloso Templo, Casa, Santuario, sino hasta el último detalle en el orden celestial integral, hasta el último detalle: –Cristo. Cristo en su vida, en la mía, ¡Él es la decisión! ¡Él es el principio que controla! ¡Este es el Reino!

¡Oh!, cómo la fraseología cristiana tiene necesidad de ser redimida y revisada. Hablamos acerca del reino. "Estamos confundidos acerca de la obra del reino, para la expansión del reino". Digo que estas palabras, "reino", "iglesia", y todas las demás, necesitan ser rescatadas. Necesitan ser revisadas. ¿Qué es el reino? Bueno, en el idioma original está muy claro, pero lo hemos sustituido por alguna otra mentalidad. El Reino de Dios es el gobierno soberano de Dios. Ese es el significado del reino; y que aquí se reduce a un detalle. No es sólo una concepción integral de un rey. No, es a dónde voy en este día, lo que hago hoy, lo que el Señor tuviere en torno a mí hoy. Ese es el Reino de Dios. Un reino que no puede ser sacudido es de ese tipo, donde todo es Cristo; de ahí la necesidad de hacer conocer el terreno sobre el que descansa la seguridad, el terreno que no puede ser sacudido.

La seguridad es una cosa muy debatida en la actualidad, una preocupación muy viva en este mundo. La seguridad. En todos los ámbitos, esta palabra, "seguridad", tiene preponderancia. No hay nada seguro, eternamente seguro, sino aquello que está establecido por Dios, y eso dice respecto de Su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

Este es siempre el lado positivo del Nuevo Testamento, y así, voy a concluir recordándote sobre las nueve precauciones. ¿Por qué nueve precauciones? ¿Por qué nueve veces se dice, cuidado, no sea que, "cuídate de"? Cuán precavido es el Señor, aun con sus mejores siervos, sus servidores más utilizados. Si realmente están bajo su gobierno soberano, Él toma esas precauciones. ¿Te acuerdas del apóstol Pablo? ¿Ha tenido el Señor un siervo mayor que el apóstol Pablo? ¿Hubo alguna vez un servidor más usado por Dios que él? Me atrevo a decir que en los anales de la eternidad ese hombre se encuentra muy elevado en preciosidad para con el Señor. ¿Y qué dijo este siervo? Él dijo: “No sea que”. "7para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9Y me ha dicho: Bástate mi gracia”.

El Señor es siempre positivo. Él no dice "no" –en vez de eso dijo: "Mi gracia es suficiente". Sin embargo, la precaución del Señor es la de guardar al valioso y más usado siervo de que se desvíe, guardarlo de la terrible trampa de la soberbia, incluso en las cosas santas, las cosas de Dios y del cielo (porque el orgullo espiritual es el peor tipo de orgullo), y por eso Dios se mueve para guardarlo del orgullo, de la devastación del orgullo: "Por miedo a ser exaltado". La precaución de Dios es "para que no, no sea que" y aquí tienes estas nueve "no sea que". Míralas, amigo.

Sigue a través de ellas no sólo como estudio de la Biblia, lo cual es interesante, sino que tengas en cuenta el peligro que se asocia con cada uno de los "para que no". Debes estar en guardia. ¡Vigila! ¿Es ese tipo de cosas que permanece para siempre, indestructible e inquebrantable? ¿Es esto Cristo?

Estar Totalmente Comprometidos con el Crecimiento de Cristo

Entonces tú tienes que "estar totalmente comprometido". Y ahí es donde la otra parte entra en juego, el "vamos, prosigamos, temamos", por diez veces; y si se suma todo, la sumatoria es esto: "Esté comprometido sin ninguna reserva". "Comprometidos": Creo que esto significa algo más que convertirse en un cristiano, pues muchos, muchos de los que son hijos de Dios, sí, genuinamente nacidos de nuevo, no están totalmente comprometidos.

¿No están totalmente comprometidos? –No, existen otros intereses. Tienen un pie, o incluso un dedo del pie, en el mundo; sigue existiendo algo donde hay alternativas al compromiso.

Pero la exhortación "vamos", es mencionada diez veces.

"Vamos, vamos, etc." ¿Por qué? Debido a este peligro. Sigamos, no te desvíes, no te dejes llevar por la corriente actual, el viento, la marea. No hay nada que nos mantenga más seguros que ser fervorosos. Me gusta la traducción de la Versión Moffatt, de la frase, "fervientes en espíritu, sirviendo al Señor". Creo que es Moffatt, quien ha traducido: "mantener el ardor espiritual" ¡Oh!, es una salvaguardia. No hay nada más que la salvaguardia de ser fervoroso. ¿Recuerdas a David en la azotea? La tragedia, la catástrofe, la calamidad de la vida de David, lo que dejó su cicatriz en él, fue haber estado en la azotea, cuando debería haber estado en la batalla; fue haber descansado, cuando debería haber avanzado. Israel vagó por el desierto durante cuarenta años en lugar de seguir adelante, en lugar de avanzar.

"Vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento....sino que avancemos, vamos adelante” (Hebreos 6:1).

Este es el gran "vamos" del capítulo 6:1. Muy a menudo nos encontramos fatigados, cansados, en desánimo, desalentados, llenos de perplejidad y decepción. El plan del enemigo es ponernos tristes, entristecernos, alejarnos de cualquier iniciativa, y que estemos inclinados a hundirnos, y luego, una y otra vez en nuestra historia espiritual, tenemos que ceñir los lomos de nuestro entendimiento y decir : "No, ¡esto no puede ser! Esto no va a suceder. Este es un callejón sin salida. Si me bajo por aquí, no habrá salida, y la única manera es salir de eso y seguir adelante. "Guárdense de sus callejones sin salida, de sus remansos (aguas estancadas), de sus calles cerradas. Manténganse en el camino real, la calle principal. En este sentido, si tú lo quieres, en este sentido puedes marchar a Sión; si la doctrina es correcta o no, tienes el espíritu de la misma. Y tú cantarás de nuevo aquel himno: "Voy a caminar por las calles de oro". Cuán frecuentemente nos hemos dejado llevar por esa melodía, y la Biblia dice que no hay calles en la Nueva Jerusalén, sino que sólo existe una, una calle de oro –todo lo de Dios está en la Nueva Jerusalén, la Jerusalén celestial; allí sólo existe una calle de oro. Tú no irás a elegir tu lugar allí. Tú vas a ser puesto en la autopista del Señor. ¿Lo puedes ver figurativamente?

Es sólo eso –todo lo de Dios está representado por una calle de oro, y sólo una. Tendremos que aprender a vivir juntos algún día.

¿Ves el punto? La integración, lo que une es lo siguiente: "Prosigamos hasta el pleno crecimiento". Si todos tenemos ese pensamiento, no seremos capturados por estas cosas subversivas, estas alternativas, estas imposiciones. No seremos atrapados. ¡No! La pregunta para nosotros es: "¿Esto va a significar, real y verdaderamente, un incremento de Cristo, una mayor plenitud de Cristo, o es apenas algo interesante, algo fascinan- te, algo apenas para el momento, para el tiempo presente, y actualmente se plantea que va a desaparecer, y yo lo voy a dejar en seco”. Eso es lo que sucede con muchas de estas cosas. Son sólo por un tiempo. Tú puedes ver la historia repleta con los ruinas de las cosas que en un momento parecían ser la cosa, lo último. Bueno, lo único que tiene valor es el aumento de Jesucristo. Esa es la prueba de todo: el aumento de Jesucristo.

Y el desafío universal, el debate, está en eso.

He dicho lo suficiente. Termino aquí orando, como sé que ustedes van a hacer lo mismo, que esto no sea apenas un tema de una conferencia, sólo un tema de un hombre por la mañana.

El Señor haga de eso un desafío, "Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo" (Hebreos 12:26), y el temblor ha comenzado. Ya ha empezado. El cristianismo ha entrado en el gran temblor. ¿Qué va a quedar? No las cosas que se hacen, no las cosas terrenales del cristianismo, sino aquel Reino, aquel Poder Soberano, que no puede ser sacudido. Se trata de los ciudadanos de Sión, "como las montañas alrededor de Jerusalén", que no pueden ser sacudidas. Esa es la idea del Antiguo Testamento, pero que se aplica aquí. Es lo que es real y verdaderamente espiritual y celestial que está en nosotros y nosotros en él. Es a eso, para usar nuestra primera palabra de esta mañana, a lo que "hemos llegado". El Señor nos ayude.

Señor, con la tinta indeleble del Espíritu del Dios viviente, escribe los términos de la Nueva Alianza en nuestros corazones, en las gruesas tablillas de nuestros corazones. Escribe de manera indeleble, de modo que no pueda desaparecer a lo largo de la semana, con la ministración, con la reunión de las personas; aunque todo eso pueda ser una bendición y júbilo; sino que la propia intención del Señor, revelada a nosotros, pueda residir en nuestros corazones. Continuamente sondéanos; juzga entre los dos cursos; guárdanos de las opciones, de las alternativas; y que siempre podamos regresar a esto: “¿Significa eso más que Cristo?” Señor, ayúdanos. Te lo pedimos con acción de gracias, en el nombre del Señor Jesús. Amen.

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