por T. Austin-Sparks
Capítulo 3 - El Camino a la Divina Sabiduría
Lecturas: Génesis 2:17; 3:4-7; Ro. 8:19,29; 2 Co. 3; 2 Co. 5:17-19; 2 Co. 4:6
En estos pasajes tú tienes las partes de una revelación maravillosa. En primer lugar, existe el pensamiento y la intención de Dios: Su Hijo, Su imagen, Su plenitud, la norma, el modelo, la perfección. Entonces tú tienes creyentes conformados a la imagen del Hijo de Dios, y toda la creación traída a la existencia con relación a este propósito, su significado y objetivo se encuentra en la intención de Dios con relación a Su Hijo, y la conformidad del hombre a su imagen. De modo que toda la creación es, por así decirlo, colocada para girar en torno de un único propósito, el hombre a la imagen del Hijo de Dios.
Vida y Luz
Dos cosas se convierten en los grandes factores de gobierno y principios por los cuales fue realizado el propósito; la primera es la vida, y la otra es la luz. "Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz" (2 Co.4:6), plantó un árbol de la vida, abierto al hombre, y un árbol de la luz (el árbol del conocimiento del bien y del mal), que, mientras que el hombre estaba bajo prueba, se mantuvo lejos de él, en virtud de una prohibición. Es bueno recordar que la verdadera luz sólo viene a lo largo de la línea de la obediencia de la fe. No es que Dios estuviese reteniendo conocimiento esencial ante el hombre, sino que estaba probando al hombre con relación a su fe en Él, y en cuanto a su obediencia de la fe.
Nosotros hemos visto cómo sucedieron las cosas. El hombre dejó en un punto determinado de creer y obedecer a Dios, y, en vez de eso, creyó y obedeció al adversario de Dios, y la incredulidad y la desobediencia del hombre lo desviaron en el sentido de poseer el conocimiento y la luz para sus propios objetivos y gloria, para que él pudiese tener un lugar de gloria, y poder y sabiduría en sí mismo, y convertirse en algo. Cuando tú reconoces esto, has llegado al corazón de todo, porque Dios nunca ha tenido la intención de que el hombre tuviese esto en sí mismo, sino sólo en Su Hijo. La gloria y la sabiduría, el conocimiento y el poder, todo está vinculado con Su Hijo, Jesucristo, y nunca separado de Él. El hombre ensayó poseer todo eso en sí mismo, lo quiso tener en sí mismo, de modo que él pudiese llegar a ser independiente de Dios en el universo. De modo que él buscó la luz y el conocimiento, para su gloria personal y potenciación, y exaltación. El resultado fue la muerte inmediata. "El día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gé. 2:17). No hubo aplazamiento de las cosas. La muerte apareció en aquel mismo día, y la evidencia de la muerte desde ese día en adelante es la ceguera, la oscuridad o la ignorancia; exactamente lo contrario de lo que ellos persigan, y se dirijan. Incluso cuando llegamos a Israel en el desierto, en presencia de una gran revelación de la gloria de Dios, leemos que se endurecieron sus mentes, y un velo estaba sobre sus corazones, y aquel mismo velo permanece.
Todo esto, por supuesto, es un plan muy bien elaborado, un plan para derrotar a Dios en Su propósito, para arrebatarle su objetivo, para frustrar la realización de su intención respecto a Su Hijo. La historia de este mundo es la historia de una rivalidad entre el Hijo de Dios y Satanás, el propósito divino fijado en Cristo, el propósito divino atacado por Satanás, y el ataque siempre dirigido contra el Hijo de Dios, y revelando que el gran objetivo de Satanás es tomar el lugar que Dios le ha dado a Su Hijo. Así que esto es sólo la manifestación exterior de aquel plan, de aquel artificio maligno.
Ahora llegamos a esta segunda carta a los Corintios. Ella cuenta con un tremendo trasfondo, y tú verás cuán grande es su significado y su valor. ¡Oh, cuánto hay detrás de esta carta! Aquí hay un hombre dedicando a su correspondencia espiritual, escribiendo a los creyentes una carta personal, y en la medida en que él escribe, el Espíritu de Dios lo lleva al tiempo de la eternidad pasada y lo introduce en los consejos de Dios, tocando todas las profundidades, poderosos elementos del drama de los siglos. Cuando tú lees la carta por primera vez, parece un montón de cosas personales dichas por un hombre a unos pocos amigos, pero si te extiendes a través de ella, y meditas acerca de eso, eso se expande y se expande, y tú descubres que eres llevado de regreso al corazón de Dios antes de los tiempos de los siglos, y a través de los eras pasadas hasta la cruz del Señor Jesús, y a partir de la cruz, a través de esta dispensación, y aún continuar a la consumación de todas las cosas. Todo esto está en una simple carta.
Venimos, pues, a esta carta, y con sólo unos pocos destellos sacados de estos grandes pensamientos de Dios, comenzamos con el verso tan conocido en el capítulo 5:"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (v. 17). Dios es visto aquí comenzando todo de nuevo. La creación se desvió de su camino. Su curso fue frustrado, el propósito de Dios en la creación fue interrumpido, ella se extravió. La creación está unida a un propósito divino, sin embargo incluso si en el camino de ese propósito divino ella no perdió el impulso de aquel propósito hasta la consumación, aunque ella se haya extraviado del camino, es como una persona dentro de la cual se haya un gemido para recobrar. "Toda la creación gime a una, ya una está con dolores de parto..." ¿Para qué? “El anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios". "El anhelo ardiente de la creación" todavía está ligado con el propósito de Dios. Esta creación se ha extraviado. El propósito de Dios no puede ser desviado, y por lo tanto debe haber, si es necesario, una nueva creación, y esto en Cristo Jesús.
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz“ (estamos regresando a la creación),. ¿para qué fue eso? Para que Su Hijo, la plenitud y la imagen misma de su pensamiento e intención para el hombre, pudiese dar carácter a la raza humana, y que pudiésemos ser conformados a esa imagen. Dios dijo que la luz debía brillar en las tinieblas, y que fue Su primer acto en dirección a ese propósito. Ahora aquí tú saltas exactamente hacia el interior de ese propósito, sin edades comprendidas entre las dos posiciones: "es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Co. 4:6). Tú tienes toda la intención, el pensamiento y el propósito divino, alcanzado en Jesucristo. Hay una nueva creación, una creación con un propósito, que es conforme a la imagen del Hijo de Dios. ¿Cómo es alcanzado esto? Por la vida. Subraya con lápiz cada vez que aparezca la palabra "vida" en esta segunda carta a los Corintios. Tú te sorprenderás de cuántas veces aparece esta palabra, y te darás cuenta de que la vida es siempre después de la muerte. "Aun perdimos la esperanza de conservar la vida" (2 Co. 1:8). Ah, sí, pero había un objetivo en Dios trayéndolo a esta experiencia. ¿Cuál fue el objetivo? "... para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos" (v.9). "Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos" (2 Co. 4:10). La vida opera en vosotros como resultado de nuestra muerte. Hay mucho más sobre la vida que sale de la muerte con lo cual no nos ocuparemos en este momento. Entonces hay la luz después de las tinieblas; la vida y la luz con relación a la nueva creación, con este objetivo a la vista, conformarse a la imagen del Hijo de Dios.
Todos esos elementos son muy claros, y tú puedes colocarlos juntos. Nuestro objetivo es reducir esto a una aplicación bastante precisa.
El Propósito de Dios y su Realización
En primer lugar, la intención de Dios. Alcanzar la medida plena de Cristo como norma de Dios es Su intención. Se nos dice claramente que "a los que antes conoció, también los predestinó" para ese propósito, "para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos".
En segundo lugar, tenemos el camino para su realización. El apóstol resume todo en una única cosa fundamental en la creación, dando a la creación su significado y su valor, es decir, la revelación de Jesucristo en nosotros.
Ahora podrás ver el movimiento. En Romanos la comunión con Dios es nuevamente asegurada a través de la obra de Cristo en Su cruz, la justicia, que es por la fe. Aquellos que estaban separados, distantes, alienados por causa del pecado y de las malas obras, son hechos cercanos por Su sangre, y la unión con Dios en Cristo se ha establecido; liberación de todo lo que había venido a frustrar el propósito divino, la liberación del hombre muerto : "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro" (Ro. 7:24,25). Así que la comunión es renovada y establecida mediante la fe en la base de la justicia.
En la primera carta a los Corintios vemos un hombre habitado por el Espíritu Santo, y dotado con capacidades espirituales a fin de conocer las cosas de Dios. Como dice el Apóstol: "Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido" (1 Co. 2:12). Esto es capacitación, habilitación, es decir, la facultad para el conocimiento espiritual, para las cosas de carácter espiritual, el hombre está ahí. Esto es lo que debe ocurrir en este hombre ahora. ¿Qué es lo central que debe ser el objetivo de aquellas facultades? ¿Para qué fueron dadas tales facultades? Fueron dadas para una aprehensión de Jesucristo. Todo se resume en una palabra, que para alcanzar el objetivo de Dios, para llegar a la plenitud de nuestra predestinación según Su conocimiento previo (Su presciencia), debe existir aquella revelación interior de Jesucristo, la cual está en constante expansión. Todo crecimiento espiritual está ligado con esto, por lo cual el apóstol basa la totalidad de este argumento sobre este único punto, a saber, que "Dios... resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Co. 4:6). Puedo considerar esa frase "la faz de Jesucristo" en el sentido de que Jesucristo es la imagen o retrato del pensamiento de la gloria de Dios. Es sólo una palabra figurativa, la cual no significa en realidad su semblante. La cara es la representación: es el hombre. El conocimiento de la gloria de Dios está en el rostro de Jesucristo, y esto tiene que llegar a nosotros por revelación. Cada pulgada de terreno en el progreso espiritual que tú y yo vayamos cubriendo, cada pequeño avance en crecimiento espiritual será sobre la base de alguna nueva revelación de Jesucristo en nuestros corazones –no de verdad en nuestras mentes, sino la revelación de la persona en nuestros corazones. Dios ha ligado todas las cosas a la persona de Su Hijo, y no puede haber luz, ni conocimiento, ni vida que conduzca al propósito de Dios, separado de la revelación de Jesucristo. Así, el progreso espiritual, el crecimiento espiritual sólo se resuelve dentro del marco de la revelación de Jesucristo en nuestros corazones por el Espíritu Santo, de modo que, a medida que proseguimos podamos decir: "Yo estoy viendo cada vez más de lo que el Señor Jesús es, y lo que Él es en el pensamiento divino; y ver esto para mí es ampliación, es crecimiento, es fuerza, es vida, es poder". Todo eso es así.
La Prueba de la Experiencia
Tú ves al apóstol usar una ilustración. Él nos lleva de regreso a Israel en Horeb, y nos dice de Moisés al entrar en el monte, de su recepción de la ley y bajando con algo de luz en su rostro, y de pie delante de la congregación y leyendo la ley, y de la gloria que era demasiado para que ellos la mirasen, de modo que tuvo que colocar un velo sobre su rostro. Él leía una ley que en sí misma estaba en gloria, dada en gloria y acompañada de gloria, aunque fuese una gloria que se iba desvaneciendo. ¿Cuál fue el efecto? La ley fue, como hemos dicho, escrita por el dedo de Dios, fue acompañada de gloria, fue una revelación de la mente divina para Su pueblo. Todo era maravilloso, hablaba de Dios, tenía todos los acompañamientos de los cielos con ella; pero ¿cuál fue el efecto? ¡Muerte! ¡Condenación! Aquella misma generación pereció en el desierto, y jamás llegó al propósito que Dios había fijado para ella. Dios se había referido a la tierra que fluye leche y miel, con plenitud. Ese fue Su pensamiento, Su intención, Su propósito. Él hizo pacto con ellos con el fin de darles la tierra. Entonces vino la revelación de Su plan en cuanto a la forma por medio de la cual pudieran alcanzar el propósito y la intención de Dios, y perecieron en el desierto y nunca alcanzaron la tierra. ¿Por qué? Debido a que no sólo había un velo sobre el rostro de Moisés, sino que había un velo sobre sus corazones. Ellos no habían tenido los ojos de sus corazones iluminados. Ellos no habían recibido un espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él.
El apóstol toma eso directo y viene inmediatamente a la cuestión de la nueva creación, y dice: "Las cosas son diferentes ahora, no hay necesidad de que nadie se pierda en el desierto hoy. Aquí está la gran ventaja que garantiza el propósito de Dios". ¿Qué es? No es algo que te presentan en su impotencia y desamparo, sino una revelación dada dentro de ti, Cristo, que es la intención plena de Dios revelado en tu interior. No es algo objetivo hacia lo cual estamos viajando, sino que es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. No es algo en lo que tenemos que esforzarnos día tras día, sino una realidad interior. Cristo se revela en el interior, y cuando lo ves, tú estás en la tierra. Tú entras en contacto directo con el propósito de Dios. ¿Qué queda? Sólo que aquello que está dentro de ti se debe ampliar día tras día, creciendo, aumentando, hasta que Cristo (como dice el apóstol) esté formado plenamente en vosotros, y tú ahora no lo sigas percibiendo de una manera objetiva, sino por el Espíritu Santo en tu propio corazón, viendo al Señor Jesús de una manera creciente, siendo nosotros transformados de gloria en gloria conforme a la imagen misma del Hijo de Dios.
Todo se limita a lo siguiente: "Dios... ha resplandecido en nuestros corazones..." Dios ha hecho ahora de todo Su propósito algo interior por el Espíritu Santo. Cuán cerca estamos de ese propósito divino. ¡Cuán maravillosa es la posibilidad de alcanzar el propósito de Dios! El apóstol dice aquí, en efecto: "Ese es el fundamento de todo nuestro ministerio. No estamos hablando a partir de un libro, no estamos, como Moisés, leyendo las tablas de piedra, no estamos sólo recitando algo que Dios ha escrito; estamos viviendo algo que Dios ha hecho en el interior". Ese es el ministerio. "Tenemos este ministerio". Esto es algo que viene desde el interior.
Ahora vamos a ver, para fines prácticos y reales, qué tanto hemos comprendido el significado de esto. Comencemos por el principio. ¿Puedes tú realmente asociarte con estas palabras: "Dios... es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo"? Tú puedes ponerlo en otras palabras, si lo deseas, si esto parece demasiado maravilloso. ¿Puedes tú realmente decir: Conozco al Señor Jesús de una manera viva dentro de mi propio corazón? Entonces tú tienes toda la plenitud resumida en esto, y todo lo que tú necesitas para alcanzar el propósito de Dios es que tú descubras lo que tienes, no buscando que Dios te dé más, sino que Dios te revele lo que tienes en Cristo, lo que Cristo es. Es tal la plenitud en Cristo que tomará mucho más tiempo que la más larga vida que podamos vivir en esta tierra para descubrir algo realmente de valor en comparación con lo que es Cristo. Estoy muy seguro de que un efecto dejado sobre nosotros de un conocimiento creciente del Señor Jesús nos hará sentir que apenas estamos todo el tiempo en el borde de las cosas. No importa cuánto tiempo podamos vivir, y por mucho tiempo que ocurra, sólo estamos en el borde de las cosas. Estoy seguro de que esto es cierto en el caso de aquellos que están descubriendo algo más del Señor Jesús. Puedo decir que mi descubrimiento más reciente del Señor me llevó al lugar donde me pregunté si alguna vez lo había conocido antes. Esto casi te hace sentir que has perdido el tiempo cuando tú consigues una nueva revelación del Señor Jesús. Así es como siempre será. Es algo maravilloso tener una revelación de Dios en Cristo en tu propio corazón, y es algo maravilloso si esta revelación se está abriendo, creciendo día tras día a medida que tú continúas. Creo que, si bien esto te puede parecer como algo demasiado alto e intangible para ti, esto está destinado para ser la más grande y más sencilla ayuda para ti.
Ustedes, los jóvenes, tienen un nivel alto puesto delante de ustedes; todo parece tan inmenso y tan difícil, que ustedes se preguntan si alguna vez la alcanzarán, y algunas veces, tal vez, sienten todo el peso de eso, y ustedes no sienten que van a lograr alcanzarla. Ahora vamos a deshacernos de la carga de todo esto, y de toda preocupación, y volver directamente al secreto de todo lo que Dios ha planeado para ustedes. Es lo siguiente: "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". ¿Has perdido la
esperanza de alcanzar esa gloria? Bueno, la esperanza de la gloria es Cristo en ti. Hay esperanza. Si miras la vieja creación, aquella vieja creación de la cual ustedes forman parte, y que está en ustedes, ustedes se desaniman. Cristo en vosotros la esperanza de gloria. Hay una nueva creación en Cristo Jesús. Si tienes lo básico, tienes la raíz de la cuestión. No nos queremos referir a algo de lo que muchas personas están hablando en su modernismo, sobre el Cristo en cada ser humano. Nos referimos a aquel acto definitivo de la fe en Cristo Jesús, y su obra en la cruz, a través de la cual tú lo recibiste en tu vida, y por eso te hizo nacer de nuevo y te convertiste en una nueva creación. Si esto ha tenido lugar, y tú sabes que Cristo está en ti, entonces tienes la raíz del asunto. Todo en la realización del propósito divino con relación a esto es simplemente una cuestión de que tú procures conocer al Señor Jesucristo en todo lo que Él es como tu plenitud para todos los días.
El Camino del Descubrimiento
Como lo puedes ver en esta segunda carta a los Corintios, tú percibes que comienza un nuevo capítulo con este mismo asunto, y tú te fijas en el apóstol Pablo mismo allí, porque se muestra a la vista como un ejemplo práctico de esta verdad. Tú verás lo que está implícito cuando hablamos de aprender a conocer lo que significa Cristo revelado en tu interior. Véase este apóstol, en quien Cristo está, en quien Cristo ha sido revelado, llevado al fondo de determinadas situaciones, experimentando circunstancias, en aguas profundas, a través de mucho sufrimiento, y en la medida en que él pasa por estas experiencias, veo que todo aquello que él podía considerar y estimar en sí mismo y en este mundo, a fin de alcanzar éxito, está sucumbiendo. Él llega a una posición donde él mismo no puede avanzar; y él lo sabe, no puede lograr dar otro paso, no consigue hacer ningún otro esfuerzo más hacia adelante. Si este hombre había actuado con la fuerza de su propia voluntad –y, ya lo sabes, algunas personas logran hacer una cantidad inmensa de cosas a través de su fuerza de voluntad, y creo que Pablo algunas veces hizo algo en ese sentido– aunque alguna vez hubiese sido accionado por su propia voluntad como un hombre fuerte, decidiendo en su mente que lo haría aunque murese en el intento, él llegó a la final, donde no podía hacer otro esfuerzo, y se desesperó de la vida. Entonces fue cuando hizo un descubrimiento, que aquello no era el final sino el comienzo. Cuando él llegó a la final de él mismo, allí estaba "Dios que resucita a los muertos".
Él descubrió a Cristo dentro de él como el Resucitado en el poder de la resurrección, y al haber hecho este descubrimiento tuvo un resultado maravilloso. ¿De qué manera? "Tenemos este ministerio". El conjunto de esta segunda carta a los Corintios trata sobre el ministerio. ¿Cuál es este ministerio? Es el ministerio de la vida ministrada, la vida del Señor resucitado, que se ha descubierto como la vida, descubierto en la hora de la muerte. La energía de Su vida resucitada fue descubierta en la hora en que toda la energía del apóstol había llegado a su fin. Sí, la luz de la vida resucitada brilló sobre él cuando estaba en una encrucijada, y no sabía qué camino tomar, y sintió que estaba aprisionado y no había manera de salir. Él descubrió que el Señor tenía una salida, el Señor tenía caminos que él ignoraba por completo; el Señor sabía más que él.
Hacer este descubrimiento algunas veces es bueno. De una manera u otra estamos
siempre yendo en contra del hecho de que el Señor sabe más que nosotros, y conoce mejor que nosotros. Eso es descubrir lo que de Cristo está en ti. Es muy práctico. Es algo para cada día. Créeme, el Señor está llevándonos, a ti y mí, a lo largo de ese camino con el único objetivo (¡Oh, que esto sea escrito en nuestros corazones!) de hacernos descubrir lo que de Cristo tenemos, y cuando lo descubramos, lo que Él es para nosotros en cada circunstancia, en cada necesidad, en cada hora de desesperación y debilidad, e impotencia, esto es el incremento de Cristo. Esto significa que algo más del Señor se ha convertido en nuestra vida, y este tipo de cosas prosigue. Es por eso que el Señor nos presiona tanto, y trata con nosotros como lo hace. Los más grandes descubrimientos se han hecho en el marco de las mayores pruebas, y en la más profunda angustia del corazón. Hemos salido de la prueba con una medida más completa del Señor. Esto es lo que constituye el ministerio, dice aquí Pablo. "Tenemos este ministerio", y "tenemos este tesoro en frágiles vasos de barro..." y que es necesario para que "la grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros mismos". Todo es de Dios. Esto es revelado en Cristo.
Hemos tocado el mero margen de este tan glorioso asunto. Vemos que "el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación" de lo que Dios está haciendo hoy en día en secreto, bajo cubierta. El mundo no lo está viendo, y nosotros mismos no siempre vemos lo que Dios hace en nosotros, pero habrá un día de la manifestación. Es el día cuando la filiación es manifestada, y la filiación no es sólo un tipo de relación formal con Dios. La filiación es un carácter desarrollado, una semejanza producida. El día de la manifestación de aquella semejanza con Su Hijo está llegando, y toda la creación dará un gran suspiro de alivio y dirá: ¡Hemos llegado al fin!
Ese es el propósito de Dios, la revelación de Su Hijo en nosotros, nuestra conformación a su imagen, la esperanza, la seguridad. "Dios... resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo".
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