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El Ministerio Profético

por T. Austin-Sparks

Capítulo 7 - El Contraste entre la Antigua y la Nueva Dispensación

"Los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no reconocieron a Jesús. Por tanto, al condenarlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen todos los sábados” (He- chos 13:27). (NVI)

En cierto modo, este versículo es la clave para todo el libro de los Hechos; es realmente una interpretación y una exhibición del principio en el núcleo de la frase - es decir, que es- tá la Biblia con sus declaraciones verbales, los registros de los discursos y actividades de Dios a través de los hombres, y se puede leer y releer durante toda una vida, como fue el caso de las personas aquí referidas, y, sin embargo, el verdadero significado puede per- derse. En otras palabras, hay en la Biblia algo más que declaraciones verbales concretas. Usted puede tener las frases, la carta, el volumen, el registro entero, y es posible que lo conozca como tal, como aquellas autoridades judías lo hicieron, y, sin embargo, puede us- ted estar perdiendo el camino, puede estarse moviendo en un plano muy diferente del que Dios previó. Este libro de los Hechos, de principio a fin, muestra que había algo más en la mente de Dios cuando Él inspiró a los hombres de la antigüedad para hablar y escri- bir lo que es discernible en las palabras concretas que ellos usaron, y que requiere la acti- vidad del Espíritu de Dios para que el mensaje sea oído, captado y entendido, para que funcione como las cosas funcionaban en este libro - en poder, en efectividad.

Hay mucho del Antiguo Testamento en el libro de los Hechos, y en el Nuevo Testamento en su conjunto. Los profetas son muy citados, pero vea la diferencia entre el efecto de las palabras tal como se utilizan en el libro de los Hechos y el efecto sobre los que meramente oían o leían los dichos concretos de los profetas. El Espíritu Santo ya vino, y Él no está ha- ciendo otra Biblia, Él está utilizando la antigua; pero es un nuevo libro con un nuevo signi- ficado y un nuevo efecto, y usted queda asombrado a veces por la forma como Él usa la Escritura. Usted nunca se dio cuenta que significaba eso; es algo completamente más allá de la aprehensión anterior – aunque usted conocía esta Escritura muy bien. Hay una dife- rencia, y es una diferencia crucial.

Así que estas personas en Jerusalén, y sus autoridades, oían a los profetas todos los sába- dos, pero fracasaban en escuchar sus voces. Ellos perdieron algo - la voz de Dios que venía allí, el significado de Dios en lo que se decía, como distinto de las meras frases. Es posible que haya un grupo de personas reunidas y alguien esté hablando la palabra del Señor, y algunos solo escuchan las palabras, y se van y dicen: 'Él dijo esto y lo otro', repitiendo lo que realmente se dijo en expresiones verbales. Es al mismo tiempo posible que otros pue- dan decir '¡yo jamás lo vi así antes, yo conocía aquel pasaje de la Escritura, pero nunca vi eso!’. Algo, no solo de un reconocimiento nuevo, sino un valor de vida fue captado. Esta es la diferencia entre las palabras de los profetas y la voz de Dios a través de las palabras de los profetas.

Así que, como ya he dicho, este versículo en el capítulo 13 es, en cierto modo, una clave de todo este libro. Se hace esta distinción, que es muy importante, entre la letra y el espí- ritu, entre las frases, y el significado divino en las frases. Uno es muerte y no lleva a ningu- na parte. El otro es vida y llega hasta el fin.

Todas las Profecías Apuntan al Señor Jesús

Vamos ahora a echar un vistazo al libro de los Hechos. Vamos directo al primer capítulo con este principio en mente. Podría ser bueno para nosotros recordar, entre paréntesis, que, hablando en términos generales, toda la Biblia se cierra en una declaración completa sobre este mismo asunto. En Apocalipsis 19:10, dice que "el testimonio de Jesús es el espí- ritu de la profecía." ¿Y qué significa esto? Simplemente quiere decir lo siguiente - que todo el curso de la Biblia, desde el principio en adelante, ha sido un elemento predictivo en este sentido, un elemento de implicación, algo implícito por detrás de las palabras concretas que se dijeron en ese tiempo. En todo esto ha habido un indicador que apunta hacia adelante. Puede ser un incidente histórico, algo muy local e inmediato en sí mismo en cuanto al tiempo, al lugar y a las personas involucradas, pero en ninguna parte en la Biblia está a la vista solo lo local y lo presente. Hay algo más - hay una implicación, hay un indicador fu- turo, y si usted pudiese ver hacia dónde apuntan todos esos indicadores, descubriría que es Jesús. Él está implícito en todo, en todas partes.

Cuando hablamos de profecía, no vamos a limitar nuestros pensamientos a ciertos tiem- pos y ciertos hombres del Antiguo Testamento. Es cierto que a menudo nos hemos ocu- pado con los profetas cuyos libros están incluidos en la sección «profética» del Antiguo Testamento, pero tenemos que ampliarnos más allá de eso. Moisés fue llamado profeta (Deuteronomio 18:15), y Samuel era un profeta (1 Samuel 2:30), e incluso David es llama- do profeta en el Nuevo Testamento (Hechos 2:30). El espíritu de la profecía incluye mucho más que una cierta clase de hombres que denominamos profetas. El espíritu de la profecía va muy atrás, tan atrás como Enoc; no, más atrás que eso – llega a Génesis 3:15, en rela- ción con la simiente de la mujer: ese es el espíritu de la profecía. Por lo tanto, si recorda- mos que la profecía es de tan largo alcance y todo inclusiva, y tiene relación con el Señor Jesús, espero que seremos capaces de ver algo del significado divino como algo más que una expresión verbal.

Con este paréntesis, vamos al primer capítulo de los Hechos.

El Significado Oculto del Espíritu Santo en las Escrituras

“Entonces los que se habían reunido, le preguntaron diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6).

Señalamos en un capítulo anterior cómo los profetas estaban ocupados con este asunto del reino. Estos discípulos del Señor Jesús tenían su idea del Reino a partir de los profetas, por lo que su pregunta se basa en un cierto tipo de aprehensión mental de las enseñanzas de los profetas. Ellos habían deducido ciertas cosas a partir de lo que los profetas dijeron, y traen esta pregunta, incluso en esta hora tardía "¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. Jesús respondió: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (Hechos 1:6-9).

Todo comienza ahí en el camino del entendimiento espiritual, porque esta declaración del Señor Jesús indicaba que una nueva dispensación estaba siendo inaugurada, que era dife- rente de la que los discípulos habían esperado a partir de las enseñanzas de los profetas. Esta era la dispensación del Espíritu Santo, y ellos iban a descubrir que el Espíritu Santo tenía significados acerca de las profecías del Antiguo Testamento que nunca habían ima- ginado que estaban allí. En tanto que el Espíritu Santo no se encargó de la Palabra de Dios, ellos no comprendieron los profetas en absoluto. Y entonces, veremos que cuando Él realmente tomó las Escrituras y comenzó a aplicarlas, abriéndolas, dándoles el significado divino, sucedieron cosas, que no solo eran inesperadas, sino que eran totalmente contra- rias y opuestas a la rígida mentalidad de los discípulos, y que requerían un completo quie- bre en la mentalidad de ellos, y el abandono de sus posiciones establecidas. Es tremen- damente desafiante cuando el Espíritu Santo asume el control de la Palabra de Dios y asume el control de nosotros. Habrá cambios revolucionarios en toda nuestra perspectiva y procedimiento, y este libro de los Hechos está simplemente lleno de eso.

La Venida del Espíritu - Un Nuevo Orden Introducido

Es la dispensación, o administración, del Espíritu Santo. Las palabras "Dispensación" y "Administración" significan una economía, un orden; cómo se hacen las cosas en este ré- gimen. Descubrimos que en esta dispensación, cuando el Espíritu Santo vino, Él comenzó a cambiar las cosas, porque Él estaba a cargo. Usted puede convertirse en un miembro de un equipo de negocios, y cuando usted llega, se encuentra con que las cosas se hacen de tal y tal manera. Los tiempos se establecen y se fijan así; así es como se hacen las cosas en ese régimen. Y entonces llega un nuevo Director Ejecutivo, y ve este orden imperante y observa de inmediato que es un sistema imperfecto, que no está dando los óptimos resul- tados para los cuales el negocio existe. Él comienza calmadamente, pero con mucha fuer- za, a hacerse cargo, y las cosas empiezan a cambiar, y a las personas más antiguas que han estado en ese régimen por años no les gustan estos cambios, y empiezan a patalear. No lo aceptan, se rebelan y empiezan a luchar contra este nuevo orden. Algunos, que son más abiertos de espíritu, que no son tan rígidos, empiezan a entender su idea, su visión, y aun- que tropiezan con dificultades de vez en cuando, y se enfrentan con las consecuencias de este tremendo cambio - como Pedro, en su visita a Cornelio (Hechos 10) -, y se necesita un poco de lucha para superar el antiguo prejuicio; sin embargo, ellos dan sus batallas, ven- cen sus dificultades, y se adecúan, por lo que el gran cambio se lleva a cabo con resultados maravillosos. Comienzan a suceder cosas, el propósito original de la empresa está ahora comenzando, de una manera maravillosa, a ser realizado y cumplido.

Esto es exactamente lo que sucedió cuando el Espíritu Santo descendió en el día de Pente- costés. Había un orden fijo y establecido, pero no se estaba alcanzando el propósito de Dios. No se estaba, como decimos, "entregando las mercaderías" (cumpliendo las prome- sas). El Espíritu Santo vino, con todo el pleno conocimiento de la mente de Dios, Él entró y comenzó su trabajo de realizar el verdadero concepto divino, Él se hizo cargo. Así, Él divi- dió al pueblo. Algunos - los que vivían en Jerusalén, y sus gobernantes - no aceptaron el nuevo orden. Bueno, está bien - ellos lo perdieron todo. Sin embargo, otros entraron en la comunión del Espíritu Santo, "se unieron al Señor… en un solo espíritu..." (1ª Corintios 6:17), con resultados maravillosos.

Un Contraste Vital - La Letra y el Espíritu de la Escritura

El punto es: primeramente, es una nueva dispensación, y después, el Espíritu Santo está a cargo. Su estar a cargo tiene que ser reconocido, con todo lo que eso significa. Y, estando a cargo, por medio de Sus actividades, Él revela y desarrolla el verdadero propósito de Dios desde la eternidad, y busca traerlo a esta dispensación. En cuanto a la división - bien, fue una división histórica entonces, pero es una división que espiritualmente ha estado sucediendo a lo largo de toda la dispensación. Es una división entre hombres de letra y hombres de Espíritu.

Ese movimiento, esa tendencia, hacia una posición fija es recurrente, aprisionando lo que es de Dios dentro de límites organizados que frustran todo el consejo de Dios. Tengo ante mí un artículo – me gustaría citarlo todo, pero no puedo - pero hay algunas cosas en el que expresan lo que está en mi corazón mejor que cualquier cosa que yo pudiera decir. Fue escrito por un miembro del parlamento británico.

"Hay muchas clasificaciones en las cuales los hombres y mujeres se dividen - como las cla- ses alta, media y baja; ricos y pobres; religiosos, escépticos y ateos; etc., etc. Pero, según creo, la única clasificación que realmente importa es la que divide a los hombres entre los Siervos del Espíritu y los Prisioneros de la Organización. Esta clasificación, que afecta a to- das las otras clasificaciones, es, sin duda, la fundamental. La idea, la inspiración, surge en el mundo interno, en el mundo del Espíritu... la idea, habiéndose encarnado en la organi- zación, ésta comienza gradualmente a matar la idea que la dio a luz. En el campo de la re- ligión, un profeta, un hombre inspirado, tendrá una visión de la verdad. Él expresa la visión en palabras de la mejor manera posible. Luego, de aquello que los discípulos enten- dieron del mensaje del profeta, se construirá una organización, una iglesia. Este mensaje comprendido a medias se cristalizará en un credo. En poco tiempo, el principio concer- niente a la iglesia será la de mantenerse como una organización. Para ello, cualquier des- viación del credo debe ser impugnado y, si es necesario, suprimido como una herejía. En algunas decenas o cientos de años, lo que fue concebido como un vehículo de una verdad nueva y superior se ha convertido en una prisión para las almas de los hombres. Y los hombres se están matando entre sí por amor a Dios".

"Una moraleja que se desprende, y que no sería del todo gracioso sugerir, podría ser que la primera regla para cualquier organización debería ser una norma que prevea su disolu- ción en un plazo limitado de tiempo... Cuando somos miembros de una organización, co- mo tal, nuestra actitud hacia ella debería ser de imparcialidad. Necesitamos estar por en- cima de ella aun mientras estemos ahí. Deberíamos considerarnos en casi perpetua rebe- lión dentro de ella. Y por encima de todo, deberíamos considerar toda lealtad a la organi- zación como algo tentativo y provisional. Debemos ser Siervos del Espíritu, no Prisioneros de la Organización. Tenemos que mantener el contacto con las fuentes de la vida, no per- dernos en los medios temporales."

"Este mundo es un puente. Pasad por él, pero no construyáis casas en él".

¿No es eso exactamente lo que usted tiene en los Hechos y en todo el resto - la cristaliza- ción de nuestra aprehensión de la verdad, nuestra interpretación, la percepción parcial, la afirmación en la letra, algo fijo, personificando aquello que era del Espíritu de Dios en el principio, pero que no le permite ir más allá de los límites ahora? Cualquier otra cosa, cualquier cosa diferente de esa, se llama herejía; ésta es la última palabra. Se puede in- corporar en una organización, en lo que se llama una iglesia, una secta, una denomina- ción, y si usted vas más allá de eso, bueno, dirán que usted está completamente errado.

La gran diferencia entre los hombres de la organización y los hombres del Espíritu es aque- llo que usted tiene aquí en el libro de los Hechos.

El Señorío del Espíritu es Esencial para el Progreso

El punto es el siguiente: la plenitud del propósito de Dios requiere que el Espíritu Santo es- té continuamente a cargo, que le sea permitido a Él ocupar completamente el lugar de gobierno, y que nosotros no pongamos nada en Su lugar - absolutamente nada, ni 'la igle- sia', ni un orden fijo - para que no vengamos a decir: 'Esto no es lo que nosotros enseña- mos, esto no es lo que se nos hizo creer, esto no es lo que nuestra iglesia cree y enseña." Hacer esto es poner algo en el camino del Espíritu Santo. El Espíritu Santo tiene que estar a cargo y debe ser libre. Fue en esos mismos puntos que los propios Apóstoles tuvieron sus primeras batallas y sus demoras. Veremos esto a medida que avancemos. El pleno propósito divino tomará forma cuando el Espíritu Santo se haga cargo de nosotros.

Y luego, hay algo infinitamente más grande que los tiempos y las sazones. Tenga cuidado con los tiempos y las sazones, que tienen una maravillosa y perniciosa manera de llevar- nos a las limitaciones. Muchas personas están haciendo su morada en los tiempos y las sa- zones. Lo han hecho de esta manera a través de los siglos. Vamos a observar, a tomar no- ta, pero sea cuidadoso. Han estado sucediendo cosas, por ejemplo, en Palestina. ¡Se nos dijo que los tiempos de los gentiles terminaron cuando el general Allenby entró en Jerusa- lén, que un nuevo César había llegado para reconstruir el Imperio Romano cuando Musso- lini estableció su gran imperio en Roma! Este tipo de cosas ha estado sucediendo durante siglos, y se basa en los tiempos y las sazones.

El punto es éste - no que no haya tiempos y sazones, no es que no haya movimientos en el plan de Dios que tengan sus características particulares, y que se puedan observar, sino que hay algo infinitamente mayor que esto. Es el aspecto celestial y no terreno el que está a la vista en el libro de los Hechos. Es por eso que me quedé en ese punto - "Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado”. Desde ese momento la cosa se convirtió en una cuestión celestial. Más tarde el apóstol Pablo utilizará una frase como esta: "El Espíri- tu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios" (1ª Corintios 2:10). "... El Espíritu escudri- ña… lo profundo de Dios": esto es algo más trascendente que los tiempos y las sazones; y si el Espíritu Santo realmente está a cargo, no hay cómo llegar a percibir lo que Dios tiene para revelar. "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre”. Es- tá allí, en ese vasto ámbito, al cual el Espíritu Santo nos llevaría, y debemos ser muy cui- dadosos de no restringir al Espíritu Santo con instituciones constituidas por hombres. De- bemos mantenernos abiertos al Espíritu, y es ahí donde empezarán nuestras sorpresas - sí, y nuestra verdadera disciplina.

El más Elevado Significado Espiritual y Celestial del Profeta

Aquellos de quienes se habla en Hechos 13:27, o aquellos de quien ellos son un tipo, te- nían un tipo de aprehensión de las Escrituras. No había ninguna duda sobre su devoción a la Palabra de Dios. Eran fundamentalistas del tipo rabioso, en lo que a la inspiración de las Escrituras concernía. Ellos defendían las Escrituras, apuntaban todas las 'i’ y tachaban to- das las 't’. Muchos de ellos eran minuciosos en los detalles más pequeños en el campo de la observación externa, hasta el punto de que se irritaban por cosas insignificantes. Debi- do a que la ley establecía que una décima parte de todos los frutos de la tierra era del Se- ñor, ellos diezmaban meticulosamente hasta sus monedas y hierbas - pero al mismo tiem- po pasaban por alto las cosas interiores y que importaban mucho para el Señor, como la justicia, la misericordia y la fe. (Mateo 23:23). Esta era la aprehensión de ellos, su mentali- dad, su posición. Vieron todo lo que estaba en la horizontal. Se trataba de una cuestión de técnica exacta de la Escritura.

¿Cuál fue el resultado? Bueno, ellos estaban perpetuando un sistema terrenal con la Pala- bra de Dios. La "iglesia" de ellos era la "iglesia de Israel", la "iglesia israelita" - y usted pue- de poner en lugar de Israel cualquier otro título denominacional que le guste. Aquella igle- sia tenía sus propias formas particulares, sus vestimentas, sus rituales, su liturgia, y todo según las Escrituras. Tenía su lectura de los profetas cada sábado. Estaba el sistema ente- ro, sin embargo, pertenecía a esta tierra y estaba tan muerto como cualquier cosa podría estar. Era puramente formal; no estaba alcanzando el propósito de Dios de ninguna mane- ra. Era escritural en cierto sentido, pero estaba fracasando en cumplir los propósitos eter- nos de Dios. Cuando vino el Espíritu Santo, Él no barrió a los profetas del Antiguo Testa- mento. Él los levantó y mostró que había algo más - algo más que toda aquella técnica te- rrena, perfecta técnica de la Palabra de Dios, con todos sus acompañamientos - sin lo cual todo lo demás tendría que ser dejado de lado. Y será dejado de lado, pues falla en alcan- zar el propósito de Dios, y esta es la cuestión del libro de los Hechos - la gran transición. Hay un significado divino detrás de todo eso, y cuando usted tiene el significado divino, usted puede prescindir de lo otro – se puede ir. Si usted tiene algo en su ámbito y signifi- cado realmente espiritual, en la vida y el camino celestial, no importa lo otro, simplemen- te se desprende y cae.

Es lo que pasó en el libro de los Hechos. Difícilmente usted puede ver el momento en que esto sucedió, pero existe tal punto. Los apóstoles continuaron frecuentando el templo y las sinagogas por un breve tiempo, y luego dejaron de hacerlo. Ellos continuaron por un tiempo, pero luego fue como si ellos en forma sostenida y silenciosa se movieran hacia afuera, hasta que, finalmente, estuvieron afuera. Algo había sucedido. Habían entrado en lo real y, aquello que era inicial se había ido. Lo primero llevó a lo segundo, pero el prime- ro cumplió su propósito. Entraron en lo celestialmente bueno y en el significado de todo; ahora ya no era más una cuestión técnica.

Hay muchos que dirán sobre los órdenes fijos y rituales: "Naturalmente, nosotros no con- sideramos esto como el todo, es solo algo simbólico. Nosotros recordamos que esto implica y apunta a algo más, y es en eso que estamos pensando". Sí, pero ¿no es verdad que cuando el Espíritu Santo viene – y Él vino ya –, y se hace cargo, y usted camina con Él, el énfasis en los aspectos externos, terrenos y temporales del cristianismo se desvanecen y usted queda cada vez más ocupado con la gloria de la realidad? El Jesús de la historia da todo el lugar al Jesús del Espíritu, del Cielo. Esto es exactamente lo que se entiende por "las voces de los profetas."

Así, en el día de Pentecostés, usted comienza con Joel. Todos en Jerusalén dijeron: "¿Qué significa esto?" (Hechos 2:12). Todos ellos quedaron perplejos, sin ninguna comprensión o percepción; y Pedro, con los once, se levantó y dijo: “Esto es lo dicho por el profeta Joel" (vs 16). "Esto es..." ¡Qué golpe más aplastante fue aquello para la tradición, qué trastorno creó, y esto - con sus implicaciones de Jesús de Nazaret! Y el apóstol continuó, citando li- bremente el Antiguo Testamento. Él citó a David. Aquel su sermón en el día de Pentecos- tés estaba lleno de citas del Antiguo Testamento. ¡Pero quién alguna vez vio eso – quién alguna vez supo que ese era el significado de aquello!

Usted ve el punto. Es algo que realmente tiene que venir a nosotros con tremenda fuerza, porque incluso el cristianismo del Nuevo Testamento puede ser reducido de nuevo a un sistema terreno de técnica exacta. Usted puede escribir sus manuales de procedimientos sobre el Nuevo Testamento. Usted puede tenerlo exactamente de acuerdo a la letra – sin embargo, es todo sobre el horizontal, se vuelve legalista, amarra al Espíritu Santo. Aunque la intención puede haber sido ser más exactos según las Escrituras, que el Señor pueda te- ner un camino más pleno; sin embargo, esto no siempre resulta en eso. Todo esto debe ser bautizado en el Espíritu Santo y ser levantado limpio del nivel terreno, convirtiéndose en algo completamente celestial.

Nuestra Responsabilidad es Rendirnos al Espíritu

Pienso que ahora podemos correctamente decir que, cuando los discípulos preguntaron: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”, ellos estaban seria y genuinamente ejercitados. Las Escrituras deben ser cumplidas, lo que fue escrito debe suceder. Pienso que los discípulos quedaron bastante ocupados con esto, abrumados y perplejos; querían saber cómo las cosas iban a suceder. El Señor dijo, en efecto: "No te preocupes por eso. El Espíritu Santo viene y Él se encargará de todo - los tiempos y sazones, y todo lo demás. Él viene con el pleno propósito de Dios en Sus manos y Él lo efectuará. Tú puedes estar tran- quilo – todo está bien.” Los que tienen esta idea y concepción terrena de un sistema, que- dan terriblemente preocupados y abrumados para hacer que todo suceda - sobrecargado con la ‘espantosa’ responsabilidad de esta "Iglesia del Nuevo Testamento", ¡de tener las cosas exactamente como las Escrituras dicen! Si el Espíritu Santo estuviese a cargo, el peso se iría. Él lo está haciendo. Todo lo que nosotros somos llamados a hacer es permanecer en las manos del Espíritu Santo, quedar completamente libres de todos los arneses, libres para el Espíritu de Dios. Las cosas van a estar bien.

E incluso si el Espíritu Santo trata con algunas piedras en nosotros, y por un tiempo hay al- gún conflicto, es más que igual a esa situación. Él es más que igual a Pedro y su no haber comido nada común o inmundo. Cuando el Señor le dio a Pedro la visión de aquel lienzo que bajaba con toda clase de cuadrúpedos terrestres y reptiles, y dijo: "Levántate, Pedro, mata y come", Pedro, en efecto, citó las Escrituras al Señor, él citó Levítico 11, con sus mandamientos sobre que los animales impuros no se deben comer. "¡Señor, aquí está la Escritura para justificar mi posición, mi posición está completamente basada en la Palabra de Dios!". ¿Qué va a hacer usted al respecto? Ahora, escuche - No estoy diciendo ni impli- cando que el Espíritu Santo alguna vez nos va a llamar a hacer algo contrario a las Escritu- ras. Él jamás haría eso. Pero muy a menudo nos va a mostrar que las Escrituras significan algo que jamás pensamos que significaban. Levítico 11 tenía un significado que Pedro no había visto. Él había tomado la letra y el significado literal de aquellas cosas. Él nunca vio el significado divino y espiritual detrás de eso. Cornelio no había recibido el Espíritu Santo, y por lo tanto, un ángel le habló. Pedro había recibido el Espíritu Santo en Pentecostés, y por eso era el Espíritu quien hablaba con él. El Espíritu Santo tenía este asunto en Su mano, y estaba tratando con las dificultades en Pedro, incluso en su fundamentalismo, pa- ra elevarlo de un ámbito puramente terreno y temporal, a un terreno celestial. Pedro es- taba viviendo bajo un cielo abierto, y hay cambios enormes cuando usted se pone ahí. No sucede todo de una vez.

El Espíritu Santo “sobre” y “en”

Solo una palabra más por el momento. Usted observa aquí que hubo una doble operación del Espíritu Santo. En el capítulo 2, el Espíritu encendido 'sobre' ellos. Esas lenguas repar- tidas como de fuego que se asentaron sobre ellos, y luego dice: "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que ha- blasen". "Sobre" y "en". No quiero ser técnico, contradiciendo lo que hemos hablado so- bre mucha técnica, pero hay un significado en el "sobre" y "en". El venir “sobre” es la so- beranía del Espíritu Santo en relación con el propósito eterno de Dios. Es decir, el Espíritu Santo ha venido como guardador y administrador de los consejos eternos de Dios, del propósito de Dios desde la eternidad, y, viniendo de esta manera, Él impone (confío en que esta no es la palabra incorrecta para usar) el propósito de Dios sobre el vaso. Él lleva el vaso hacia adentro del propósito de una manera soberana. Es como si Él diese vueltas alrededor, y se hiciese cargo del vaso en su forma exterior, y dice: "Este es el vaso del pro- pósito eterno de Dios." Él se encarga de ello, Él viene “sobre” el vaso para esto.

Pero entonces Él también entró "en" y ellos fueron llenos, y esto tenía un significado me- diato. Significa lo siguiente, que la vida interior del vaso debe coincidir con el propósito ex- terior. Esto es tremendo. Usted ve, la antigua dispensación no era así, y este es el proble- ma con el cual los profetas estaban tratando todo el tiempo. La forma externa estaba allí. Israel tenía su templo, ellos ofrecían sus sacrificios, observaban todo el ritual; sin embar- go, su vida interior estaba lejos de corresponder a eso. Dios tuvo que decir, a través de los profetas: "¡Quitad los sacrificios - Yo no los quiero!” (Cf. Isaías 1:10-14). El Señor Jesús asumió todo eso. "Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaus- tos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:5-7).

El formalismo nunca hace la voluntad de Dios; es meramente un sistema externo; por mu- cho que esto corresponda con la técnica de la letra, nunca hace la voluntad de Dios; y el Espíritu Santo no tenía nada que ver con eso. Él no vino en soberanía para traer a mucha gente nueva a una nueva dispensación, y darles formas y ordenanzas, y hacerlos hacer co- sas de tal o cual manera simplemente de un modo externo. Él iba a tener la vida interior de la iglesia correspondiendo al propósito. Usted encuentra poco después que Él con mu- cha severidad halla algo por casualidad que no corresponde. Ananías y Safira van a saber que usted no puede continuar de una manera externa, fingiendo que todo está bien. El Espíritu Santo ha visto adentro la contradicción, y no lo deja pasar.

Muchos quieren la llegada 'sobre' porque desean sentir el poder, sentirse a sí mismos to- mados, manipulados y movidos. Ha habido mucho de ese tipo de cosas que no ha llevado consigo una correspondencia interior. Pero el propósito del Señor jamás puede ser alcan- zado plenamente mientras haya alguna falta de verdadera consistencia entre el propósito de Dios y la vida de la persona llamada para ese propósito. "Os ruego… que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Efesios 4:1). Oh, yo ruego a usted que esté en continuos tratos con Dios sobre este asunto de la morada del Espíritu - no solo con fines de servicio, o poder, sino con fines de vida.

Una de las tragedias de muchos cristianos y muchos siervos de Dios es ésta, que ellos pueden creer y dar expresión a cosas que son innegablemente falsas, y propagar esas co- sas, y hacer daño a otros cristianos al propagarlas, y, sin embargo, el Espíritu Santo parece no poder hacerlos conscientes de que no están diciendo la verdad. No me refiero a la en- señanza de la Biblia, sino respecto a otros siervos de Dios, y otra obra que Dios está haciendo. El hecho solemne de que existan tales prejuicios, sospechas, críticas, distorsiones, etc., nos debe llevar al Señor con una sincera súplica - "¡Oh, Señor, de nada sirve mi parti- cipación en Tu obra, haciendo un montón de cosas para Ti, ser prominente entre los hom- bres, tal vez ser bien conocido por mi servicio cristiano, si, a fin de cuentas, después de todo, el Espíritu Santo no puede corregirme allá adentro y darme una disciplina cuando yo diga algo no verdadero. Líbrame de decir algo que no esté en correspondencia con la ver- dad, o que mi vida interior sea una contradicción". El Espíritu en nuestro interior es para ajustarnos al propósito de Dios. Si nosotros, habitualmente, constantemente, caemos en caminos que no están de acuerdo con el Espíritu, de modo que llegamos a ser conocidos por ese tipo de cosas desagradables, sería mejor pedir al Espíritu Santo que haga un tra- bajo más profundo en nosotros. De nada sirve tener cosas profundas de Dios, si todos nos conocen como la persona más difícil de convivir con ella, siempre haciendo la vida des- agradable a los demás. Esto no servirá; es una contradicción a la morada del Espíritu. Él no quiere que tengamos el sistema de cosas meramente de forma exterior. Debemos tener la vida interior correspondiente.

Entonces, nosotros vemos que Él vino "sobre" a poseer para el propósito de Dios, y Él vino "dentro" para ver que todo en la vida interior corresponda a tal fin.

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